PROVOCACIÓN (publicado en agosto del 22, y revisado después)

  

Dios está en todo y por encima de todo.

“Cuando recibíamos a gente ilustre, ya fueran Vargas Llosa, Andy Warhol o Visconti, se organizaba un sarao". Recuerda una vez que se fueron a Jerez a una fiesta privada, donde Lalolailo, ya muy de madrugada, acabó bailando desnuda sobre la barra del ambigú, a la luz de la luna. "Se hizo un espeso silencio en torno, porque Lalolailo se movía como un ascua vivísima que prende por el cañaveral... y cimbreando como un junco nos llevaba a 
todos en volandas tras de sí, en frenética danza de deseo. Estaba poseída...”. (Leído en una página de información digital)
En cierta ocasión, en el concurrido paseo principal de una capital española, mientras miraba los puestos navideños, vi algo muy inquietante. Un vendedor de aspecto desaliñado, entre complacido y enigmático, pelaba ante la concurrencia una mandarina y aparecía dentro una especie de piedra de jade, a modo de hueso o semilla central… Al día siguiente, al tibio sol del mediodía, volví al recinto, donde entonces se recreaban grupos de gente con distintas actividades. En torno a unos músicos de flamenco se animaron algunos a bailar; estando en éstas, entró en la danza una mujer del público, de unos cincuenta, que iba del brazo de un señor, y captó inmediatamente la mirada de todos; los que bailaban se fueron apartando, aunque todavía intentaría algún machito emparejarse con ella, pero sin éxito, dada la enorme desproporción de sus 'artes'… El ritmo de aquella mujer era un fuego abrasador, una explosión de libido incandescente… era tan soberbio el espectáculo que causaba fricción verlo, tanto a varones como a mujeres… y los rostros traslucían un sentimiento de estar contemplando algo que no era normal… ni bueno. Extinguido el fuego tan silenciosamente como se había alzado, la vimos irse del brazo de aquel señor como si tal cosa...

Con esos ejemplos nos asomamos a la realidad del mal. Aún otro más les presento, especialmente expresivo, el de los negocios del vicio que han conquistado los lugares más céntricos de nuestros pueblos y ciudades, y exhiben sin pudor su corrupta mercancía: bares de trafico de drogas, de juego, o de prostitución, en las mejores plazas.

Se está colmando la medida de la paciencia de Dios, y ya pende, muy real, sobre nosotros, la amenaza de su castigo. Castigo saludable, por supuesto, porque está visto que de no mediar su intervención vamos hacia la autodestrucción. La sustitución de las bases morales seculares por leyes que consagran el poder de unos pocos iluminados egoístas, es la vía más rápida a la destrucción de la especie. 

En el camino, una férrea dig-tadura, que degrada hasta niveles nunca vistos la existencia humana, será el castigo que nos haga reaccionar. El alarmante aumento de suicidios es el síntoma más evidente del horror que ya está aquí.

Este verano del 22, mientras unos y otros nos esforzábamos inocentemente en recuperar las condiciones de vida anteriores a la tromba de desgracias que nos ha asolado, los políticos aprovecharon para seguir degradando el arte de gobernar, introduciendo leyes abyectas: la del ‘Sólo sí es sí’, repugnante presencia del diablo en el tálamo nupcial; o esas otras, hermanas suyas, que ponen en la mano de las niñas raciones de muerte en pastillas, o las llevan directamente al matadero del aborto sin permiso, o les deforman hasta la locura su auto-imagen;  y qué decir de la última de ellas, la de hacer cisco la transparencia en la rex pública 

Hoy celebra la Iglesia el martirio de San Juan Bautista. Herodes, rey de Judá pro-romano, había tomado por mujer a Herodías, la esposa de su hermano; y San Juan le decía que no tenía derecho a hacer eso. El rey dio un gran banquete, y la hija de Herodías, bailando, los fascinó a todos. Necio y arrogante, Herodes le ofreció a la chica darle lo que ella quisiera, incluso hasta la mitad de su reino; y la muchacha, por orden de su madre, le pidió la cabeza del Bautista.

El precursor de Jesucristo murió por ser testigo de la Verdad; que es lo mismo que morir por Cristo. Siguió la misma suerte que muchos profetas, asesinados por anunciar desgracias a la casa rebelde de Israel. Vuelve hoy a ser necesario profetizar desgracias, llamar a la conversión para intentar frenar la amenaza de destrucción que  pesa sobre nosotros por nuestra errada forma de vida.

La casa rebelde de Israel es hoy la Iglesia. Porque ésta, en vez de avisar a sus hijos del peligro, se está mostrando complaciente con las veleidades de los poderosos de este mundo. En Roma mismo se oye el engañoso lenguaje de los medios: "La Iglesia en camino debe darles a las mujeres y a los laicos la representación que les corresponde en el gobierno de la Iglesia". En vez de observar los signos de los tiempos desde la óptica de la fe, se asume la versión de los poderes mundanos; y se nos da a comer, aliñada con una especie de salsa piadosa desabrida, esa bazofia. 

Ancianos venerables han sido llamados a Roma para la creación de veintiún nuevos cardenales... y total, ¿para qué? 

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