La Pasión

De todas las escenas de la peli de Mel Gibson, me quedo con la del encuentro entre Jesús y María camino del Calvario. 
Encogido el corazón, vemos ascender penosamente a Jesús con la cruz del mundo a cuestas; bajo peso tan brutal sucumbe y cae; su rostro llagado se estrella una vez más contra el suelo, y, entonces, ve a María. En el abismo de amor y pena en que se encuentran, su Majestad la nombra albacea eterna de la dicha que le entrega: "Mira, Mamá, hago nuevas todas las cosas"; este dulcísimo consuelo que sólo la Virgen dolorosa pudo alcanzar, lo recibimos ahora nosotros por su intercesión. 
Ayer estuve con mi familia en la presentación del nuevo Plan Pastoral de la diócesis y vi con satisfacción que aquellas sublimes palabras de Jesús eran el lema elegido para explicar el contenido del plan.
Daba gusto estar allí. El flamante salón, precioso, abarrotado; los medios técnicos impecables: excelente sonido e imagen; iluminación y climatización automáticas; sincronización perfecta...Ni un solo fallo.
Una oración en primer lugar; a continuación la voz cálida del Sr. Arzobispo leyendo su plan; después una explicación del contexto teológico del mismo y, por último, la actuación de los seises (lo digo en broma, a propósito de que cada una de las seis delegaciones tuvo seis minutos para exponer lo suyo).
La pantalla acompañaba las palabras de los ponentes. Le pregunté a mi mujer cuál era aquel fotograma que servía para animar la transición de los contenidos y me dijo que era la escena de La Pasión en que se ve a Jesús bromeando con su madre en la carpintería; y me desconcertó el "desparejamiento" entre el icono y el lema elegido, pues muy lejos quedaba Nazaret del Calvario; pero pasada esa primera impresión lo vi bajo otra luz.
Morir perdonando al que te mata era una novedad; y resucitar también. Ciertamente, en ese suceso único y eterno desaparecía el hombre viejo: a partir de 'ese momento', una desgracia personal, por ejemplo, ya no sería nunca más una pérdida irreversible; y, de igual manera, cualquier logro quedaba relativizado.
Jesucristo, ayer, hoy, y siempre, es el Big-Bang de la Nueva Creación; la onda expansiva que sale de su corazón traspasado no cesa de renovar el mundo... Por eso está en el centro de una ecología integral; por eso su Misericordia entrañable es la receta para las dolencias de este mundo, y por eso la familia sigue siendo el centro de nuestra pastoral, pues es el hábitat natural del hombre misericordioso. Pero -se puede objetar- ¿a qué Jesús me refiero, al del Calvario o al del taller?
En realidad, es el mismo; y vivir con Él es aceptar abrazar a nuestra madre María tanto en la paz del hogar como en el tormento del Calvario... No es poca cosa amar como en Nazaret, en el silencio de las obligaciones cotidianas; pero la fecundidad de esa entrega -el fruto maduro del amor- nos llevará, como llevó a Jesús, a la pública confesión de la fe, y a la persecución.;
¿Resistiremos en la prueba? Para que sea posible resistir al embate de las olas, Jesús nos ha prometido que la prueba no superará nuestras fuerzas. Cristo, desde la Cruz, nos tiende una mano y nos rescata del mar embravecido... Como hiciera en otro tiempo con Doña Inés y Don Diego, ganándolos para su reino; que Dios es Uno y el mismo jurando en Vega del Tajo o bendiciendo en Moab... 
Un abrazo fraterno.

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