ALUMNOS



Además de las experiencias familiares y de lo que aprendan por "su cuenta", en los primeros veinte años de vida los jóvenes están muy influenciados por las vivencias escolares. ¿Qué les enseñan?
A eso se le llama "el currículum", y este puede ser explícito u oculto. El primero son los contenidos académicos y el segundo un montón de experiencias humanas de las que se habla poco. Pero eso tiene que cambiar.
Esforzarse tanto en adquirir un montón de datos no tiene mucho sentido. Por más saberes librescos que añadamos a la mochila,  nos van a servir de poco en el tipo de sociedad que nos espera. Por ejemplo: ¿Alguien de Vds. se había imaginado hace tan sólo siete años el desplome económico? ¿Y la tensión geo-política dentro y fuera de España? Difícilmente. Más bien nos creíamos lo que nos iban diciendo en la televisión. Y ahora además no podemos reclamar y ni siquiera tenemos a alguien de confianza a quien votar.
Entonces ¿qué tenemos que hacer? Pues tenemos que ponernos a pensar por nosotros mismos, como adultos que somos.
Corría una mujer por la orilla del mar gritando: "Mi hijo, el doctor, que se está ahogando". Ridículo, verdad. Y sin embargo real como la vida misma. Esa escena refleja que hemos convertido la vida en un concurso de escaparates y "nos da algo" si no ganamos el premio. Una locura.
Los años en que somos alumnos son los de nuestra entrada en el mundo, los que empleamos en ir descubriendo de qué va esto de vivir. Si esos años no nos sirven para descubrir que la vida tiene un sentido y un sentido hermoso, por el que vale la pena esforzarse, sufrir, amar y morir, no estaremos construyendo el futuro y muy probablemente la pérdida sea irreversible...para todos. 
Para recuperar esa ilusión por vivir, el momento histórico presente es crucial. Seguir la inercia indolente en que nos habíamos metido es altamente peligroso. La vida no es un juego. Es hermosa, pero nos compromete totalmente. 
Están cayendo los eslabones más débiles y nos van arrastrando a todos en su caída. Por un clavo se perdió una herradura, por una herradura un caballo, por un caballo un jinete, por un jinete un general, por un general una batalla, y por una batalla la guerra. O lo de Hemingway: "¿Por quién doblan las campanas? Doblan por ti."
Que la dinámica escolar de nuestros días se parezca en esencia tanto a la de hace un siglo es cuando menos llamativo. Somos los mayores los que estamos fracasando. Nuestro modo de vivir no es atractivo y eso se refleja en las instituciones escolares, que cada vez aburren más a los muchachos. 
El retorno necesario en esa inercia lo hemos de poner cada uno arrimando el hombro y cuadrándonos. Frenando el empuje de la barbarie del individualismo con nuestro pecho, con nuestra carne y si es preciso con nuestra sangre. En el momento último una espléndida y serena sonrisa se dibujará en nuestro rostro pensando que hemos hecho un futuro mejor para aquellos que tanto amamos.
Un cordial saludo. 

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PROVOCACIÓN (publicado en agosto del 22, y revisado después)