ÁNGELES



Existen. Y acuden en nuestra ayuda en cuanto los llamamos. Cuando nuestras fuerzas naturales ya no pueden más, aún nos quedan las sobrenaturales, que se nutren de la fe. Y aunque ésta esté bajo mínimos, siempre hay suficiente para gritarle a tu Ángel de la Guarda: ¡Ven!, y al punto está con nosotros sacándonos del apuro. Esto no es una cuestión opinable, simplemente funciona.  ¡Ah! y tampoco es superstición, faltaría más.
Sé que muchísimas familias viven dramas horribles en la aparente normalidad. El silencio que lo encubre todo hace de estas situaciones auténticas torturas. Los divorcios, los suicidios, las más diversas patologías y los vicios más esclavizantes tienen a menudo su origen en ese cáncer familiar.
Lo más sagrado de la humanidad, el núcleo social privilegiado por la naturaleza con el don de la fecundidad, se ha vuelto un terreno casi impracticable. O bien se desvirtúa hasta volverse estéril o bien le crece tanta maleza que lo hace igualmente inútil. ¿Qué le ha pasado al amor entre un hombre y una mujer?
Ese amor es como una planta. Comienza siendo una semilla y si las condiciones son favorables, esta semilla sigue su curso hasta convertirse en una planta hermosa de la que saldrán hijos igualmente buenos. ¿Qué condiciones son esas? Trabajos, atenciones, cuidados y mucha paciencia, para esperar a que el cielo la haga crecer y dar fruto.
Aun así, aun cuando hayamos puesto todo lo que esté en nuestra mano, es posible que la espera sea tan larga y costosa que tengamos tentaciones de abandonar. Porque el terreno en que tiene que crecer esa semilla está actualmente plagado de parásitos y se requiere de un esfuerzo heroico para protegerla durante todo su crecimiento. Además, en muchas ocasiones, el diagnóstico de la posible enfermedad es tan complicado, que la única posibilidad de acertar y vencer al mal depende de tener consigo, como uno más de la familia, al mejor jardinero del mundo, y a tiempo completo.
Pero lo feliz del caso es que éste jardinero está disponible siempre que se le llama (como sus ángeles) y está siempre dispuesto a habitar en nuestra casa.
Hermanos, si los problemas con tu mujer, tu marido, tus hijos, etc. se multiplican y te desbordan, no lo dudes, busca el modo de conocer al buen hortelano e invítalo a entrar en tu hogar. Lenta, pero seguramente, tu intrincado jardín se irá limpiando y en lugar de cardos dará flores.
Un cordial saludo.

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