MITOS y MIEDOS
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Nos toman por bobos. |
*(Artículo publicado en fiate.es en diciembre de 2015)
[Mito: 1. Fábula...2. Relato o noticia que desfigura lo que realmente es una cosa, y le da apariencia de ser más valiosa o más atractiva.] O sea, fábula que desfigura la realidad.
Se suele asumir que los mitos pertenecen a ciertas culturas de la antigüedad y que en nuestra cultura actual la ciencia los ha desplazado. También se da por hecho que "la ciencia" es "Una, pura, universal y benéfica".
Personalmente, en el atasco social en que nos encontramos, me resulta escandaloso que el prestigio de "la ciencia" siga intacto. Habiéndole dado las llaves del progreso, ¿cómo es que nadie le pide cuentas del desastre? ¿Es posible que se haya convertido en un mito?
Pues tristemente sí. Su refinada pureza se ha contaminado y ya no queda más de ella que lo que queda de los dinosaurios, que sólo por la manipulación y la imaginación de algunos técnicos subsisten con apariencia real aunque son pura fábula.
Obviamente, no pongo en duda el método científico, que no es invención humana sino don precioso de nuestra condición racional. De lo que hablo aquí es del constructo social montado en torno a ese bien común que nos pertenece a todos. Lo que cuestiono no es la potencia creativa del rigor experimental sino la gestión que los depositarios y administradores de ese tesoro han venido haciendo, en detrimento del mismo.
En el 'milagro alemán' era obligatorio separar a los hermanos huérfanos que se daban en adopción (!). Ahora que también la locomotora alemana está perdiendo gas me viene a la memoria ese hecho llamativo a propósito de lo que sucedió en aquellas mismas latitudes con la ciencia y la fe.
¿Qué suerte de superstición movió a tal despropósito? Sin duda la misma que sigue operando en nuestros días para que tan feúcha y deslucida como está la pobre hermana ciencia se la siga tratando como a la reina de corazones. Afortunadamente, como en el cuento, ha aparecido por fin un palafrenero para decirle al rey -en este caso a la reina- que está desnudo. La inesperada irrupción de la pobreza está sirviendo para destapar ese mal enquistado, que empezó siendo una fístula en el delicado tejido social de comienzos de la edad moderna y que, merced a la indolencia que medra con la prosperidad material y a pesar de las curas que aplicaron algunos valientes de cada época, se fue haciendo cada vez mayor, hasta llegar a la temible metástasis actual.
Es un triste espectáculo comprobar la poca o nula delicadeza que los pregoneros de hoy en día emplean al permitirse publicar noticias pretendidamente científicas que en realidad son señuelos para colar intereses bastardos:
Titular: 1."Es mejor dormir poco que a tirones. Los psiquiatras dicen que las frecuentes interrupciones del sueño elevan el riesgo de estar teniendo una depresión." 2. "Más de un 90% de los dentistas recomiendan un dentífrico con flúor".
Intencionadamente pongo esas dos "noticias" juntas, aunque todos sabemos que la segunda es de un famoso anuncio publicitario. Lo hago porque las dos "se aprovechan" de la buena fama de la ciencia. En el segundo caso está claro: El flúor protege el esmalte dental y no tiene contraindicaciones; el engaño está en eso de "más del 90%". ¡Toma ya! como que no es el 90 sino el 100%. Pero la frasecita tiene gancho.
El primer titular es de mucha peor calaña. Consigue algo más que inclinarnos a comprar determinada marca de dentífrico: ¡Nos atemoriza! ¿Quién no ha dormido mal alguna vez o casi siempre? Yendo como vamos en un barco con vías de agua ¿quién es el guapo que mantiene la serenidad en todo momento? Antes habría que dudar de la salud mental del que duerma a pierna suelta que del que no consiga conciliar el sueño. Y luego eso de "aumenta el riesgo de estar teniendo depresión" es endiabladamente enrevesado. Si aumenta el riesgo de padecer algo significa que aún no se padece. Pero a continuación dice claramente que el que duerme así ya tiene depresión. Es impresentable. Esta noticia trata a baquetazos a la lengua y a la ciencia. Y todo para meter miedo. Más ejemplos:
"Los estudiantes que duermen más los fines de semana, rinden menos"; "El 75% de los adolescentes depresivos no reciben tratramiento": (¡A por los hijos!); "El 40% de la violencia de género la padecen los hombres": (¡Y nosotras el 60%! -gritarán ellas más alto). "El problema educativo en España es la formación de los profesores": (¡Ya lo decía yo!, corea el pueblo). Todo versiones "científicas" de "elija su pelele y a porrazos con él"; o lo que es lo mismo "divide y vencerás. O, si tu reino va mal búscate un enemigo extranjero para dar cohesión al pueblo; aunque en el caso del reino español nos lanzan a "los de dentro unos contra otros", por lo que, si la lógica no falla, lo que se persigue en España no es la unidad del pueblo sino precisamente su debilitamiento.
Si hablo de este tema es porque está de rabiosa actualidad. Estos desmanes a costa de la ciencia se están haciendo con todo tipo de realidades, especialmente las más sensibles en relación al correcto ordenamiento social: La educación, la sanidad, la relación entre hombres y mujeres, el cuidado de los hijos,...
Retomando el apunte que hice más arriba, todo este asunto tiene que ver con la separación entre la razón -o la ciencia- y la fe, que comenzó a gestarse hace algunos siglos. Ya he dicho antes que al hoyo en que estamos nos ha llevado de la mano "la santa madre ciencia" y no la religión. Pero algunos siguen "erre que erre":
-Mientras anden por ahí los peligrosísimos y sanguinarios beatorros no hay nada que hacer, la ciencia con esos tipos sueltos tiene las manos atadas; no se puede hacer nada, ni unir espermatozoides con óvulos para coger alguno y tirar el resto, ni clonación, ni eutanasia, ni aborto libre de niñas, ni adoctrinamiento ideológico y corrupción de menores en las escuelas que pagamos todos, ni nada de nada. O se encierra a los carcas, o no hay mundo maravilloso posible.
-Mientras anden por ahí los peligrosísimos y sanguinarios beatorros no hay nada que hacer, la ciencia con esos tipos sueltos tiene las manos atadas; no se puede hacer nada, ni unir espermatozoides con óvulos para coger alguno y tirar el resto, ni clonación, ni eutanasia, ni aborto libre de niñas, ni adoctrinamiento ideológico y corrupción de menores en las escuelas que pagamos todos, ni nada de nada. O se encierra a los carcas, o no hay mundo maravilloso posible.
Perdónenme el exceso de sarcasmo, pero sólo haber recordado todas estas cosas ha hecho reverdecer mi sufrimiento por el dolor que nos rodea.
Se echa de menos la fe, claro que sí. Pero una fe adulta, que en su expresión pública muestre a las claras la potencia del tándem razón y fe. Una fe que lleve aparejada la vivencia -finalmente heroica- de las virtudes, y que precisamente por eso, haga brillar la altísima belleza y dignidad del ser humano. Y en un modo de vida así, testimoniado a lo largo de la historia por los miles de santos que en el mundo han sido, no tienen cabida ni el miedo ni los mitos. Porque la realidad de nuestra condición de criaturas amadas por un Padre Todopoderoso no deja sitio ni para temores vanos ni para fábulas. ¿Quién podrá vencer a un pueblo donde hasta una tierna adolescente, en su extrema debilidad, obtiene fuerza para hacer frente a la lujuria de un tirano?, por poner un ejemplo que me es familiar, pues esa fue la maravillosa historia de la mártir Santa Eulalia de Mérida, cuya estatua preside la calle de Oviedo donde la Providencia me buscó un refugio para volver a mi fe de niño, después de casi morir ahogado en la riada que desató la modernidad pseudocientífica, la que, por cierto, comulga con todos los fieles de la religión del dinero.
Un cordial saludo.
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