LOS MOTIVOS DEL COOPERANTE (II)


Víctor llegando a Kasára Bengunión

No tardaron en venir a Émbotú en busca de niños gravemente enfermos. Todas las madres pretendían que sus hijos fueran elegidos y por eso tenía que intervenir el jefe de la tribu, mediando con los responsables del proyecto para hacer las cosas lo mejor posible. 
Gracias a esa intervención no le fue difícil a Massá colarse con Bankimôu en la caravana de los escogidos, aunque él era uno de los pocos niños que no necesitaba cuidados tan urgentes.
En Kasára Bengunión, la ciudad más próxima, a unos 80 km por el desierto, estaba instalado el campamento base de la ONG. Eran unos antiguos barracones de la época en que todavía se sometía el caucho a un proceso primario de transformación. Aquellas instalaciones se habían desmantelado hacía más de veinte años, pasando por usos diferentes a lo largo de ese tiempo, aunque deteriorándose progresivamente.
Los ingenieros que acompañaban a la expedición tuvieron que emplearse a fondo para crear en poco tiempo una red sanitaria y unas condiciones de habitabilidad dignas para aquel lugar.
Aquellas operaciones las dirigía un ingeniero español residente en Bélgica que al mismo tiempo mandaba en toda la misión. Una vez establecidos todos los contactos con las autoridades locales y puesto el dispositivo en marcha, tenía a su cargo un grupo humano (la mayoría nativos) de más de 300 personas.
Víctor, que así se llamaba este hombre, era tremendamente capaz. De una energía inusual para su edad (más cerca de los sesenta que de los cincuenta) trabajaba sin parar, más de quince horas diarias. Su ocupación habitual en Europa era la supervisión y asesoramiento de proyectos comerciales de tecnología avanzada en la sede central de un organismo semipúblico internacional.
Vivía con una mujer austríaca, con la que tenía dos hijos. Y unos diez años atrás había visitado África por vez primera, con la misma organización que ahora le pagaba por liderar proyectos. Su mujer le apoyaba en esta iniciativa, asumiendo la parte que a él le correspondía en el cuidado de los menores.
Sin duda, su larga experiencia laboral era sumamente valiosa en el contexto de los planes de desarrollo que aquella ONG pretendía ejecutar. Y en sus cinco estancias largas (de dos a cinco meses cada una), había ido incrementándose la eficacia de su gestión.
En el momento actual, sin embargo, se enfrentaba a unas condiciones especialmente rigurosas.
Y es que el país que ahora lo recibía tenía una de las tasas de mortandad infantil más elevadas del mundo. Pero, además, la zona del país a la que iba destinado, próxima a la frontera, estaba viviendo un empeoramiento acelerado de la convivencia. Ya en varias ocasiones se había decretado el toque de queda por los brotes de violencia tribal que cada vez eran más frecuentes.

Comentarios

Entradas populares de este blog

PROVOCACIÓN (publicado en agosto del 22, y revisado después)

VUELVE EL COCHERITO LERÉ

A VOTAR EN SAN VALENTÍN