O CRUCEIRO
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Foto: A. Galán |
De alguna manera, cada uno construye su vida; por distintas que sean las circunstancias, el sello personal está siempre presente; de aquí que se pueda decir con propiedad que no hay camino, sino que se hace.
Así mismo, con verdad se puede decir que en toda vida humana hay golpes y hay versos, penas y alegrías, en la proporción que sea, pero los hay.
En su famoso poema, Machado habla también de cuando el cielo parece que se cierra y su propuesta para esos momentos sigue siendo la misma, caminar y caminar, con golpes y con versos. Se diría que una fuerza interior impulsa al poeta a seguir adelante contra viento y marea.
No me cabe duda de que verdaderamente actuaba en él esa fuerza y que la obtenía de experimentar que puestos los pros y los contras en la balanza, los versos pesaban más que los golpes. Porque si no fuera por eso ¿qué otra cosa le podría prevenir de caer en la melancolía y en el abatimiento? pero su canción no es lastimera, sino animosa.
Machado era en esencia cristiano. Conocía el amor con mayúsculas y lo sabía unido a la cruz. Tenía esperanza, fe y caridad. Era un hombre prudente, sabio, responsable y en el buen sentido de la palabra "bueno". Por eso su receta para vivir suscita acuerdo: Vivir es caminar; pensar, decidir, llorar y reír. Y gozar con los mundos sutiles, en los que los sueños se hacen realidad, dure ésta poco o mucho.
No sé si al final de su camino esos mundos ingrávidos que solían deleitar al poeta le seguirían pareciendo tan gentiles. O si para entonces ya no le bastaba con tan sólo verlos volar y súbitamente quebrarse. Lo que sí sé es que no tuvo un camino fácil y a pesar de ello no se echó atrás, y que por esa aceptación de su cruz le nacieron alas: Alas para crear, alas para conocer, alas para ayudar a otros y, estoy seguro, finalmente, alas para subir al cielo.
Un cordial saludo.
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