AL PAN, PAN (música de Bono y Pavarotti)

Belleza interior
Antonio Machado no escribió eso de "que una de las dos Españas ha de helarte el corazón". Esa es la conclusión que yo saco al leer una nota a pie de página de una antología suya de poemas, donde dice algo así como que, los que tenían poder para hacerlo, cambiaron unos versos referidos al hecho de que en España resuelven los asuntos importantes las mujeres y si hace falta "a escobazos", por estos otros malhadados que se han hecho tan famosos; ¡menudo trueque! Habría que empezar a leer la historia de España otra vez desde ese punto, al menos en lo tocante al análisis sociológico de los sexos en la sociedad del siglo XX.
Si a punto estuvieron de trocar al genial hidalgo hispano por el maleado personaje de Avellaneda, no es extraño que, avanzada ya la descomposición histórica, se hayan atrevido a profanar las delicadas huellas del humilde, elevado y -en el buen sentido de la palabra- "bueno", Antonio Machado.  
Este poeta escribe sobre lo que vive, desvelándonos la belleza de lo corriente. ¡Cómo no iba a escribir sobre las mujeres! Y no me cabe duda de que lo hizo como en toda su obra, con respeto, rigor y tino, aunque la fibra estética que pulsara para hacerlo estuviera tocada por el sufrimiento que de esa relación obligada, misteriosa y maravillosa le hubiera podido llegar.
Gracias a Serrat empecé a oír cosas de Machado, y algunas de ellas pude verlas también sobre el papel. En concreto dice el poeta en unos versos que amó en las mujeres "cuanto ellas pudieran tener de hospitalario". Me descubre el poema una realidad que el vivió y que ahora, casado, entiendo. Como entiendo y comparto también su afirmación sobre el papel de las mujeres en la decisión sobre el rumbo de la historia en España.
En general, siento un deje de tristeza, que se corresponde con la elección de la soledad como estilo de vida, en la poesía de Machado. Y pienso que la cuestión de las mujeres no es de las menos importantes en este sufrimiento del poeta.
Esas condiciones adversas para el matrimonio que certeramente señaló hace un siglo aquel noble español, han ido a peor, complicando tanto el obligado entendimiento del hombre y la mujer que hemos llegado al punto o casi, donde va a ser cierto lo que nos asegura el Espíritu Santo (1Tim 4, 1) de que llegará el día en que algunos prohiban el matrimonio.
El edificio humano levantado en dos milenios ha sido tan atacado que apenas queda piedra sobre piedra. Y de los pilares, la familia instituida sobre el matrimonio indisoluble entre hombre y mujer, los pocos que quedan soportan vientos de tal intensidad que se desgastan rapidísimamente.
Pero aunque las Leyes Naturales estén olvidadas de todos, como no son hechas de piedra, no pasan; y quien quiera vivir con autenticidad su vida y tentar a la suerte de la felicidad, entrando por ellas encontrará respuestas definitivas sobre sus principales interrogantes.
Sabiendo que el hombre fue creado antes que la mujer en el orden temporal y que fue ella la que transgredió en primer lugar, deduce con acierto San Pablo que es garantía de estabilidad para el matrimonio que sea el hombre el que en diálogo asiduo y sincero con Dios tome las decisiones que comprometan el modo de estar de la familia en la sociedad y que la mujer procure su belleza no en las formas, pues ya de por sí en eso aventaja al hombre y basta con que vaya sencillamente arreglada, sino en la calidad de sus obras, en el amor que ponga en atender a su familia y en ser modesta. 
Son estas unas ideas breves sobre el diagnóstico social de hoy, halladas en ese libro de instrucciones de la vida que yace en el olvido de las sociedades modernas, para nuestra desgracia. (Continuará)
https://www.youtube.com/watch?v=1nizM7a9wlI&sns=fb

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