CUENTO DE NAVIDAD

Parte de la familia de Manuel, en sus Bodas de Oro
Viéndose rodeado de toda su familia, veintidós personas, mientras unos cantaban y otros reían, aprovechó, como solía hacer, para quedarse a solas unos momentos con Jesús. Procuraba no dejar pasar mucho tiempo sin Él. Era su vida.
En ese ratito de intimidad, cerrando los ojos de cuando en cuando en su sillón para que no le interrumpiesen demasiado, le habló de ‘sus cosas’ a Jesús.
¿Te acuerdas aquella Nochebuena, cuando yo tenía 16 años y era ‘un rebelde’? No quise irme al pueblo con mis padres y me dejaron solo. Cené una tortilla francesa, más triste que la una. Y aquella tristeza aumentó, vaya que si aumentó. Cebada por mi egoísmo y mi ambición, de ‘aquel huevo batido’ no nació un pollito, nació una alimaña.
Pero pasemos página. Cosas difíciles viví en mi juventud. Hasta que me obligaste a escucharte en aquel acantilado… ¡Y qué paciencia tuviste! Pero por eso me salvaste y me hiciste revivir. ¡Cuánto te tengo que agradecer!
Y después aquella otra Nochebuena que Tú ya sabes porque sufriste más que yo. Permitiste que el sufrimiento me llegara hasta los huesos. Y se quedara. Pero te quedaste Tú con él. Y por eso me nacieron alas. Entonces se me abrieron los ojos al misterio de la vida. Lo que no había comprendido empecé a entenderlo poco a poco. Y aquella personalidad que me habías dado al nacer, tan rica, tan diversa, tan vigorosa, que se había quedado en nada por toda mi miseria, empezó a rebrotar.
Y me hice hombre. El hombre de verdad que sólo nace en nosotros cuando te miramos y hacemos lo que Tú nos digas.
A partir de ahí, sufrir y amar, sufrir y amar… luchar o morir. Y al final, contigo y gracias a ti, la victoria.
Ahí están mis trofeos: Hijos, nietos, familias felices reunidas para celebrar la Navidad…

- ¡Eh, abuelo, que te duermes!
- ¡Ah, Manuel! eres tú. No, majo, no me duermo. Estaba recordando…!
- Venga, cuéntanos otra vez la historia de cómo España volvió a ser una nación fuerte y unida.
- Sí, merece la pena oírlo y tomar nota.
- ¡Eh, callad, que va a hablar el abuelo!
- Venga, os lo cuento y nos vamos todos a la Misa del Gallo:

«Por aquel entonces la destrucción de empleo era imparable. Nadie se fiaba de nadie y todo era pesimismo en torno. Corrían rumores de que el país iba a ser vendido a potencias extranjeras.
En esto, una emisora empezó a suscitar el interés general. Un nuevo líder, que hablaba con autoridad, explicaba cómo vivir sin angustia en medio de la pobreza. Hijo de un obrero y de una campesina, lo había aprendido todo en la escuela del sufrimiento y del sacrificio.
Lo singular era que infundía esperanza. Enseñaba diariamente cuáles habían sido los errores del pasado y cuál podía ser la salida. Quien más quien menos, todo el mundo reconocía su parte de culpa en el desastre y comprendían que esa autocrítica era el punto de partida de la reconstrucción.
Con los últimos rescoldos del sistema – la honradez y la solidaridad– avivó una revolución pacífica pero imparable. Los disidentes de estos nuevos modos enmudecieron. Y la admiración general espoleaba la reconstrucción.
Los intentos extranjeros de usurpar nuestra soberanía retrocedieron ante este suceso inaudito. Como el ave fénix, de un país en ruinas renacía un pueblo joven y vigoroso. En un último esfuerzo por mantener su identidad, se había doblegado ante las palabras veraces de un obrero. En un arranque de raza, se había inclinado ante el testimonio de un hombre de verdad. Y tanto bajó que encontró su raíz.
El árbol tronchado volvió a tener savia. Y sus ramas caídas se alzaron al cielo para ser mecidas por los nuevos vientos.
Pero si fue un gran milagro recuperar la estima de la propia cultura, no lo fue menos asumir con humildad su misión ante el mundo. Poseían el secreto del porvenir y esto les urgía a darlo a conocer:

“Dejad de pelear, dejad de amenazar, dejad de presumir. Que cada cual sea simplemente lo que es. Que cada cual eche una mano a su vecino. Que cada cual, si quiere ser el arquitecto de su propio destino, construya su casa – de madera o de ladrillo – a golpe de corazón.”»

Besos y abrazos

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