ACTUALIDAD ECLESIAL

Quiero un tesoro, sí, lo quiero.


A todos la paz de Dios, la que Cristo nos da y nos hace vencer en todas las batallas. 
Vengo oyendo que Francisco es un papa cercano y campechano, comunicativo y comprensivo con todos. A más de un pecador público le he oído decir que se siente reconfortado por él. Y ha proclamado un año especial de perdón y misericordia.
Cabe preguntarse: ¿Obedece al mandato del amor esa controvertida indulgencia para con los divorciados? Hoy leímos en misa que Moisés consintió el divorcio por la terquedad del pueblo, pero no porque Dios lo quisiera. La extrapolación que algunos hacen diciendo que, como entonces, hay que levantar la mano para que no se aparten las gentes de Dios, carece de fundamento teológico.
Moisés recibió la Ley para gobernar a un pueblo rebelde pero ya no tiene jurisdicción sobre nosotros porque, sin invalidarla, Cristo la superó, de modo que el que cumple el mandamiento del Amor tiene cumplida la Ley entera. Volver a la legalidad es retroceder.
En el oficio de hoy, San Pablo insta a Timoteo a corregir ciertas desviaciones doctrinales de algunos que se autoproclamaban maestros de la ley siendo en realidad obtusos en materia de fe. La Ley, dice, si es legítima y se aplica bien es buena, pero para los criminales y pecadores. Para nosotros, los cristianos, basta la fe sincera y la buena conciencia.
Y de esto mismo habla San Francisco de Asís que hoy celebramos: No tenéis que ser sabios según el mundo sino sencillos, humildes y puros.
En este contexto se debe interpretar la vida de la Iglesia.
¿Conviene que los cristianos se reúnan en las casas y dejen las parroquias para la atención a los pobres, a modo de ONGs?
En la manipulación mediática del Concilio entró la mentalidad del mundo a saco dentro de la Iglesia. La factura fue muy elevada en forma de vocaciones truncadas y desmoronamiento de legados espirituales milenarios. Pero aún más alta fue y aún lo estamos pagando, en forma de ese activismo que por no venir propiamente ligado a la voluntad de Dios fatiga y frustra a los fieles hasta apartarlos de la verdadera fe.
Por otro lado, se da la situación de usar los recursos de la Iglesia en beneficio propio cuando bajo pretexto de oraciones, devociones y tareas eclesiales, nos hacemos un modo de vida piadoso a nuestro estilo pero temeroso de ponerse a producir.
En ambos casos estamos ante una fe achicada, necesitada de tutores y precisada de recibir alimento previamente preparado. Y esto no casa bien con lo siguiente:
Hasta 1957 sólo se habían coronado por un Primado de España seis advocaciones marianas, todas excepto una, patronas de Regiones históricas o de provincias. No hubo más hasta el 2013. La de la Estrella, en la capilla próxima a Santiago el Mayor, es la cuarta que realiza Don Braulio como Arzobispo de Toledo, las otras fueron en Corral de Almaguer, Mora y Méntrida . En su homilía ayer en la Catedral empezó diciendo que se hacía en primer lugar como reconocimiento de la Iglesia a la pureza de doctrina y acendrada espiritualidad de los devotos de esa advocación. Yo me admiro de esto porque hace años que acudo a misa dominical a la parroquia de Santiago e ignoraba esa profunda vida eclesial tan próxima. (Dicho sea de paso, los tan alabados belenes me parecen sobrados de técnica y faltos de espiritualidad y así se lo dije a los responsables).
En resumen: Manipulaciones mediáticas, vueltas a la doctrina, recrudecimiento del activismo, intromisión de los poderes civiles o pseudo-religiosos en los asuntos de la Iglesia, sacar a la religión del espacio público, sólo puede conducir a la Iglesia a una nueva época de esplendor martirial en Occidente.
Un saludo fraterno

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