MUERTE, TÚ SÍ QUE VALES

Papá ¿cuánto me quieres?
“A veces tengo la sensación de que usted critica más al Gobierno de España que a quien debe criticar, que son los responsables de la Generalitat de Cataluña».” (Diario del Parlamento del 7 de febrero de 2018)
El Sr. Rivera, en adelante espectro (que según mi hija es uno que está vivo y a la vez muerto), no tiene patria, le da lo mismo España que Etiopía, él es del Mundo y el mundo es para él. Siempre está seguro de sí mismo; y pronto a enfadarse porque es arrogante.
El Sr. Rivera está que echa humo, porque no le salen las cuentas. A estas alturas ya tenía que habitar en la Moncloa y tener medio país desmontado y, sin embargo, todavía hay muchos en España que no se fían de él.
Tiene a los suyos lupa en mano, intentando localizar fraudes y a la KBCera desinformativa preparada para allanarle el terreno con su potente máquina propagandística… porque el puro, el inmaculado Mr. Propper, no puede tolerar la corrupción.
Desde que el espectro está en la actualidad de España vamos de cráneo. Este líder de última generación funciona con un chip que decide en función del procesamiento de datos de la mega-madre IBM  bruseliana. No tiene identidad propia y es inútil buscársela. Por no tener identidad tampoco tiene dignidad y muta constantemente. Está vivo y está muerto; tiene cuerpo pero puede actuar también en su faceta de espíritu. Por eso se le pilla mejor por el olfato que por la vista: Despide emanaciones tóxicas.
España está otra vez bajo sus efectos y no hay ya ningún lugar seguro. Perdón, sí, hay uno
En nuestro corazón habita el verdaderamente bueno, el puro, el que nunca nos falla. El agitador está enfadado y ha vuelto a enviar a su ejército a sembrar tristeza, odio y miedo; la cizaña maligna que amenaza con acabar con nuestro trigo bueno. En estas circunstancias, cuando nadie está a salvo de su terror, el refugio seguro es hacernos fuertes en nuestro corazón, donde habita el Espíritu Santo. Él nos irá diciendo en cada momento lo que debemos hacer, y nos garantiza la victoria.  
Ese refugio es un bunker hecho con diamantes, inexpugnable. Pero su valor es tan alto que sólo se puede adquirir firmando un cheque en blanco al Todopoderoso: Estoy dispuesto a todo, porque me fío de tu inmenso Amor.
Hay que poner en valor la muerte. Estamos en guerra contra los enemigos del orden, del Bien, la Verdad y la Belleza. Y, como decía el otro, no podemos combatir en chanclas y pantalones cortos. Frente a un enemigo invisible, espectral, es un suicidio esconder la cabeza debajo del ala. Al contrario, a riesgo de la propia vida, hay que gritar valientemente: ¡El Rey está desnudo!
No olvidemos que por “Dios, por la Patria y el Rey” murieron nuestros padres, o hasta por el “Triunfo de la Confederación”, pero en toda la historia de la humanidad ha existido siempre algo por lo que mereciera la pena dar la vida. ¿Mi bata y mis zapatillas, con mi partidito y mi cubatita, son comparables a ese Bien superior? No, claro que no. Busque cada uno en su interior las cosas por las que merece la pena arriesgar la vida, y ¡adelante! Acabemos con la farsa.

No nos dejemos amilanar por los fantasmas del miedo, ni apresar en los cepos del odio, ni dominar por la voraz tristeza. España es sol. Hemos nacido para la alegría, y dar la vida forma parte de ella. Es posible ser feliz hasta el final en medio del sufrimiento; ayer nos lo recordaba el Papa Benedicto XVI: “Mi camino es duro muchas veces, pero estoy feliz porque me siento amado”. ADIÓS.

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