kiinnng... DOOOOM TRUUUMP MACROOON !!!

"Cuando Yo venga, ¿encontraré fe sobre la tierra?" (Lc 18, 8)

Damasco en llamas fue portada de las cABCeras informativas hace una semana. El mundo entero contuvo el aliento... Al día siguiente, tras otra noche de inquietos sueños, fuimos a ver qué estaba pasando y no encontramos la esperada escalada bélica; de hecho, casi habían desaparecido las referencias a aquel estallido de violencia. ¿Cómo se explica esto?
Vivimos inmersos en el desconcierto y el sobresalto y, por encima de todo, el miedo, esa impronta inconfundible del enemigo del hombre.
La violencia actual más devastadora, la amenaza más letal, no es la que, aún siendo brutal, acontece en Siria. El gran holocausto tiene lugar hoy en el corazón de las personas. El enemigo sabe que la civilización occidental no acabará sepultada por un aluvión de bombas; su derrota, su desarme -que no va a suceder- sería sólo posible por un prolongado asedio a nuestras fortalezas interiores: la degradación de las costumbres, la persecución de toda virtud, la corrupción que causa una vida muelle... Y en esas estamos.
El peligro de líderes como Trump es su falta de moral: 'por un módico precio' ejecutan políticas de bienestar a costa de los más pobres. Para ello, valiéndose de una prensa también servil, adormecen las conciencias de los ciudadanos con el vicio y el miedo y así les pueden 'explicar' por qué es tan necesario borrar del mapa de vez en cuando a países enteros.

En el 77, rota la presa de la contención política, quise poner coto -ingenuo de mí- al desenfreno manipulativo triunfante y convoqué una asamblea en el Instituto Alfonso II, de Oviedo. Entre los alumnos del centro se mezclaron otros de afuera y alborotaron la masa, dando al traste con mis propósitos democráticos. Padecí después muchas veces -en distinto grado- el mismo abuso: en reuniones de vecinos, en debates, en los claustros de profesores...
Puede haber periodos en la vida más tranquilos que otros, pero los agitadores siempre están al acecho. Eso es lo único que permanece en el famoso río de Heráclito. Desde hace tres o cuatro años vengo notando en la prensa un fuerte olor de aguas turbias, la prueba inequívoca de una acción política desestabilizadora, que va convirtiendo en deshechos todo lo que puede. Actualmente no hay forma de ver nada claro; cualquier intento de entender lo que está pasando en el mundo es inútil; la riada, provocada a intención, lo enfanga todo.
Sin embargo, algunos hemos encontrado una manera de salir del lodo. Se trata de la amistad con Jesucristo, que está verdaderamente vivo y siempre a nuestro lado.
Pero ¡ojo!, esto que nos saca a flote no es una idea religiosa, no, es un acontecimiento real, es el encuentro con una persona de verdad, de carne y hueso, aunque de momento no podamos palparle. Estoy hablando de una amistad en sentido pleno y de un amigo, un hombre, de una sola pieza, veraz al cien por cien. Fiado en Él he podido desenredar líos que amenazaban con asfixiarme y he ido entendiendo qué hay detrás de tanta confusión, violencia y podredumbre.
¡Atención! Vivir es preparar tu corazón para un examen final de amor, una prueba muy exigente e igual para todo el mundo. Durante toda tu vida, dos fuerzas colosales lucharán dentro de ti para conquistar tu corazón; de un lado la vida y del otro la muerte; el aprobado es la eternidad dichosa y el suspenso ...
Muchas veces he deseado no tener que analizar las cosas -¡tan negro lo veía todo!- pero la inteligencia nos viene de serie. Y en medio de mis apuros siempre atravesaba por angustiosos momentos en los que me parecía que renunciar a usar la violencia era un suicidio. Frente a esa opción "palpable" sólo tenía a mi alcance una vaga promesa flotando en el aire: la fe en un Dios que salva. La concreción de esa etérea alternativa en mi mente no era más que una llamada suave a no ceder al odio aunque pudieran matarme, una voz que me susurraba al oído: "Yo estoy vivo y Yo te salvaré".
Uno es libre siempre para elegir lo bueno y se va dejando encadenar cada vez que, por el miedo, elige lo malo. En la escuela les explico a los alumnos esta dramática condición del ser humano con una alegoría: Cuando mientes -o cuando cedes a la violencia- entra dentro de ti un gusano que te va devorando; entonces sólo te podrás salvar si vas al médico y te lo saca -la confesión. (La situación interior de cada ser humano llega a hacerse visible para los que avanzan con determinación hacia la luz; estos llegan a "ver" el espíritu que mueve a cada persona).
Aunque la pelea sea muchas veces desigual, la ganará aquel que crea que Jesús está con Él y que le salvará. El justo será siempre un "don nadie" luchando contra hombres poderosísimos hinchados de orgullo y de dinero, pero como tenga fe como un granito de mostaza, podrá ordenarles que se lancen al mar y le obedecerán.
España lleva estos cuatro años convulsa por la acción de agitadores. Los medios nos cuentan cómo estamos o qué somos y, como en algo hay que creer, vamos tirando con esas versiones light de los hechos. Pero en el fondo creemos y vivimos otra cosa bien distinta: "peligro en derredor", lo cual es mucho más acorde con la realidad. Y no soy yo quien lo dice sino los pocos hombres ilustres que nos van quedando; voces autorizadas que nos advierten de un cambio de bases en marcha abocado a la destrucción.
"Enfado, miedo y escapismo"; así describía Chomsky hace unos días el estado emocional de los occidentales de hoy. Enfado porque no se sienten representados; miedo porque ven disminuir su poder de manera alarmante; y escapismo porque,  impotentes para combatir sus amenazas, buscan modos de olvidar su malestar.
Esas actitudes se han ido asentando a pesar de los datos "objetivos" que nos dan los medios; son el reflejo de algo más sentido que pensado, pero son realistas. Parten ciertamente de una realidad no visible pero, en todo caso, con mucho más sentido que las historias que nos cuentan los periódicos. 
Y claro que es cierto que los políticos, en general, ya no nos representan; como también lo es que la gente corriente cada vez pintamos menos. Y si eso está pasando, a pesar de que nos esforzamos lo mismo o incluso más que antes, es lógico pensar que es porque alguien nos la está armando por detrás (y por eso no podemos "sacudirle").
Pero sabemos que nada hay oculto que no llegue a descubrirse y que todo lo humano tiene fallos. En este sentido, hay indicios suficientes para interpretar el reciente desencuentro entre Doña Sofía y la Reina Letizia como uno de esos errores.
No deja de sorprender que una mujer del pueblo haya entrado en la vida del Rey con el brío con que lo ha hecho nuestra joven monarca -"¡Déjame terminar!", le ordenó tajantemente a su marido en unas tempranas declaraciones suyas, protagonizando así un gesto insólito que apuntaba a una ruptura. 
Una ruptura, sí, con la tradición, que es un hecho determinante en el proyecto de cambio de era que en la actualidad se está dirimiendo. Más relevante que el de la navaja de Ockham o el del nudo gordiano, ese corte dejaría a los individuos perdidos en el espacio, a merced de los depredadores sociales; y establecería como única ley respetable el sálvese quién pueda
El cuaderno de bitácora de los nuevos argonautas, en lo tocante a España, pasaría por que la nueva reina se adueñase por completo del alma y del cuerpo de su marido, cortando el cordón umbilical que pudiera unirle a la gran  Tradición cristiana.
Es cierto que el amor conyugal, antes de poder consumarse en plenitud, exige que los amantes sean dueños de sí mismos para poder donarse el uno al otro; y todo varón, incluído Don Felipe, que al enamorarse dependa todavía afectivamente de su madre, tendrá que pasar por una dolorosa cirugía del corazón para poder sentirse realizado en su matrimonio.
Pero tras las formas en que Doña Letizia emprendió su carrera al trono se puede barruntar un plan que traspasaría la legítima aspiración a poseer el corazón de su marido; porque ¿cabe pensar sensatamente que la humillación pública del Príncipe pudiera ganarle más fácilmente su amor? ¿No encajaría más bien aquel suceso con una operación a sangre fría, con un tercio de banderillas destinado a debilitar la abrumadora superioridad del futuro Rey? Ciertamente se comprendería mejor si fuera una exigencia del guión en vez de un gesto espontáneo.
De sobra sabía Doña Sofía que aquella plebeya no traía buenos aires y que su hijo había caído de lleno en sus redes. Y haciendo de tripas corazón, con pura miel sin mezcla alguna de hiel, acogió de lleno a su futura nuera desde el primer momento como si fuera 'una de las suyas', en un desesperado intento de evitar una catástrofe. Pero vanos fueron sus afanes y en cuanto la dama se sentó en el trono todo empezó a cambiar.
Doña Sofía sería apartada de la Corte, aunque no por ella, sino porque el guión exigiría suprimir todos los apoyos del Rey para destrozar su corazón. Éste ya no vería aparecer por su casa a su madre como si tal cosa, sino a su suegra; y sus hijas ya no recibirían la influencia de un linaje regio sino los latines de la plebe...
Y en el colmo del desafuero maltratador, poniendo un broche de metal al 'Sol' nacido de lo Alto, la nueva reina de corazones humillaría, a un tiempo, a su esposo junto con su madre y a la Venerable Tradición Judeo-Cristiana. En la cumbre de la alegría de la Pascua, Fiesta de las fiestas, en que Dios exalta a su Hijo Único, nombrándole Rey de reyes por llevarnos con Él a la Gloria a precio de su sangre, ella, Doña Letizia, revestida de un poder idolátrico, hendiría obscenamente su daga, a la vista de todos, en el corazón del Rey su esposo, símbolo visible de la unión íntima entre la Iglesia de Roma y España.
¡Qué abominación! ¡Qué traición! ¡Qué ofensa! ¡Qué monstruosa villanía!
Un ejército de esbirros del mal se apresuró a empuñar sus plumas para borrar de nuestra memoria el rastro de ese crimen deleznable: "Cosas de familia... ya se sabe... las suegras... las abuelas"; y yendo algo más lejos: "Ahora ya sabemos quién es Doña Letizia -ha declarado la Duquesa de Págame Paquelodiga". Hasta qué punto lo sucedido fue de capital importancia, que mereció tales manejos -con talla de conflicto diplomático- de la nobleza extranjera contra la Reina Consorte, para desviar la atención del respetable y ocultar así lo que su 'falta' escondía:
Que se estaba dando la puntilla, poniendo la pica en Flandes, al plan de triturar el corazón del Rey con el fin de, "hecho polvo", amasarlo de nuevo al gusto paganizante y borrar así de la faz de España -último bastión rebelde- todo recuerdo del Justo, de esa "odiosa" Autoridad Celeste que se opone a los planes pérfidos del impostor Dondín. 
Planes 'implementados' con la deleznable argamasa de la mentira, el miedo y el odio; planes plagados de sucias trampas y falsas promesas... planes de miseria, destrucción y muerte. Planes que votaremos, en una España cuasi desolada, el año que viene y el siguiente. ¡Dios nos pille confesados!

En entradas anteriores de este blog decía que para el triunfo del perverso plan de enterrar a Cristo y su cruz salvífica había que eliminar el Derecho Natural y la tradición moral: Desde los libros de pensamiento a toda boca que no comulgase con la imposición de la barbarie. Tendrían que desaparecer las instituciones que hicieron posible nuestro desarrollo cultural tal como lo conocemos: la familia, la propiedad privada, el Estado de Derecho. Sólo quedarían remedos de ellas para que pareciera que existen y así poder cambiarlo todo sin que cambiase nada.
La corona, una institución ligada a la autoridad moral, debería  desaparecer. En un rey, en una reina, se da también la lucha entre el bien y el mal, entre la honestidad y la felonía...
Hay un viento espiritual que lleva a través de la Historia la verdad -revelada-, de la misma manera que hay una transmisión secular de los secretos del poder del mal. Y llegan ambas corrientes a nosotros reclamándonos para sus filas. Pero, mientras que la primera se acoge antes con el corazón que con la cabeza, la segunda te engancha por tu inteligencia cuando tienes cerrado el corazón; aunque esto no sucede de la noche a la mañana, sino que en cada historia personal va uno dando pasitos que le van acercando o alejando de ese peligro. Y ayuda tener en cuenta que las sociedades también hacen ese camino, influyendo en que el individuo sea más o menos proclive a un bando o a otro.
Los signos de estos tiempos dicen que nos hemos acercado peligrosamente al abismo del mal. Lo cual se traduce en que, entre los poderosos, los partidarios de la violencia han alcanzado cotas de poder alarmantes y disponen de un ejército organizado, que es la masonería y todos los que, por rechazar en su interior a Dios, caen bajo su radio de acción.
Somos seres morales, querámoslo o no, y lo que hacemos tiene un signo. Sólo Dios puede juzgar los corazones, las razones últimas, pero nosotros sentimos los efectos de ellas y recibimos un bien o un mal. Como necesitamos proyectar nuestras vidas, lo cual implica valorar hechos y conductas, desde nuestra limitación humana y nocional es más prudente decidir contando con el consejo de los que nos preceden y amamos. Esto configura una tradición fuerte y segura y es un vínculo y un medio de propagación que el enemigo intenta romper. Abuelos, padres, hijos, familia, Estado, están en el ojo del huracán.
De "la cabeza" a los pies de cualquier cultura, la indisoluble unión conyugal es el anclaje natural de la correa de transmisión de la vida, y viciar esa relación es por tanto el objetivo numero uno del enemigo del ser humano. Su subsistencia es la de la sociedad y, como esto es difícilmente cuestionable, un ataque directo a ese núcleo no resultaría estratégicamente indicado y es mucho más eficaz atacarla sin que se note: aislarla, adulterarla, debilitarla...
Las legislaciones modernas sirven vasallaje a este objetivo. Por ejemplo, la ley de Memoria Histórica ofrece instrumentos para manipular los hechos del pasado. Olas de hazañas falseadas en la prensa, mentiras ampliamente difundidas, sirven para alcanzar a los nobles, a los héroes, a los abuelos... y mancillarlos; pervierten las raíces y los vástagos decaen. Las leyes de igualdad lo mismo: 'Emponderemos' a la mujer y pervirtamos a los niños; que sufra traidores ataques el corazón del varón y se contamine de rabia... así caerá en manos de la ley y lo remataremos fácilmente. Con todo esto desaparecerá la familia tradicional y se restablecerá el poder del Talión... Misión cumplida.
Después de un tiempo de aridez nadie se acordará del Amor. Entonces sí que será verdad eso de que la religión es cosa del pasado.
(Se vieron una vez en un muro estas palabras: "1882 ¡Dios ha muerto! Fdo.: Nietzsche". No había pasado mucho tiempo cuando alguien las borró y en su lugar escribió: "¡Nietzsche ha muerto! Fdo.: Dios".)






























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