ANTES DE QUE ME CALLEN

Aroma, textura, color y forma de rosa: Es una rosa.
Nos hemos acostumbrado a consumir noticias. Algunas apenas las sentimos mientras que otras son como un jamón que vamos cortando día a día con mucho provecho. Recuerden por ejemplo el caso de Gabriel, o ahora el de los niños de la cueva tailandesa. A veces duran tanto que nos hastían, como el culebrón catalán, mientras que otras apenas las olemos, como el Gürtel y el golpe de Sánchez. 
Estaría bien tener las noticias en plan netflix: a mí me interesa saber a fondo qué pasó con tal asunto y me enchufo a esa noticia todo lo que quiero. Pero no, eso ni existe ni se le espera. Porque a los ciudadanos se les facilita el ocio pero no el negocio, éste está absolutamente controlado, y la información es una parte decisiva de los negocios.
Intentar enterarse bien de algún asunto político se ha vuelto en extremo difícil. El sesgo informativo y la volatilidad de las noticias hacen esa tarea tan ardua que renunciamos a ella, con la consiguiente tristeza y mal humor. 
Los diarios abundan en campañas de promoción o acoso de personajes y escasean en informaciones veraces. Clama al cielo que los ciudadanos estén tan desprotegidos en este derecho tan fundamental para su desarrollo personal. Es escandaloso que no se regule y que se regale al capital el uso y abuso de algo tan sagrado para la democracia como el acceso a la información. Al final son los lobbys de la comunicación los que controlan a su gusto el devenir de individuos y países.
Sufrí mucho estos últimos años viendo la mala intención con que los medios trataban al gobierno. Un presidente que no se dejaba torear por ellos se ganó su condena. Pero muchos de nosotros, con su misma noble intención, le protegimos con nuestro voto y esfuerzo silencioso, en contra de encuestas y campañas innobles de desprestigio. Hasta el punto de que, viendo imposible derribarlo en las urnas, tiraron los señores de La Prensa por la calle de en medio. 
El cuarto poder es ya el primero. Su ojo es el de más largo alcance, avista la presa antes que nadie y se lanza en picado para cazarla. Tiene a su disposición las armas más sofisticadas que nunca han existido. Manejando las cabezas por dentro, con su machacona propaganda ideológica, convierten a cada uno en juez y policía de su pariente, de su vecino. Y a esta justicia no hay quien escape. No hay presunción de inocencia, a quien decrete culpable no tiene escapatoria. 
Rajoy era un buen gestor, si acaso un tanto ingenuo, aunque en un país de gente noble como el nuestro esto es más una cualidad que un defecto. Y con su esfuerzo generoso, respaldado por el de muchos españoles,  se superó la mala gestión de Zapatero.
No se le agradeció nada a Rajoy su abnegación, sino al contrario, se le convirtió injustamente en responsable de desgracias inventadas. Todos los medios le segaban la hierba bajo los pies con la ayuda sibilina de muchos de los de su propia casa. La Prensa, de la misma manera que ahora guarda absoluto silencio sobre Cs -por su escandalosa colaboración en el golpe de la moción- por aquel entonces no dejaba ni un instante de hablar de los naranjas. Y los populares infieles a su jeje -muchos, repito- le hostigaban hasta la desesperación inventándose el peligro de un sorpasso. Hubiera sido muy fácil desacreditar a Cs por cuanto desde el principio dejó ver abiertamente su falta de veracidad, su doblez, pero esos topos, que estaban en el PP para minarlo por dentro, le restregaban a Rajoy en la cara, un día sí y otro también, encuestas a sueldo favorables a Cs para inquietarle, poder acusarle de dañar al partido, y darle finalmente la patada. Esa labor de zapa, junto con la pinza de Rivera y los aspavientos mediáticos, auparon a Sánchez con el truco del Gürtel. Una auténtica felonía. Y entre los desleales se encontraban también Margallo, Dolores -con Rajoy en el restaurante en aquella sórdida tarde congresual-  y Pablo Casado, ninguno de los cuales pareció sentir mucho la caída del Presidente. No se puede entender que una afrenta tan brutal a la democracia no levantara una inmediata y enérgica reacción en el partido en el poder si no fuera porque dentro de él estaba ya infiltrado hasta la médula el traidor, uña y carne con Cs, que es un engendro. ¿Cómo se puede explicar que de haber deseado verdaderamente PP y Cs una nación fuerte y unida no hubieran podido conjurar lo que, en teoría, se estaba fraguando en unas horas? Absurdo y saltan las alarmas de la inseguridad política y social. No hay estado de derecho. Estamos vendidos y se avecina la ley del más fuerte. 
Los medios saltaron inmediatamente a hablar de un nuevo PP. La novedad que traen es la de la muerte de la honradez y la verdad en política, la del imperio del dinero, vencido y cautivo el último bastión de gente de paz y bien. España está maniatada: agentes del mal la desmembran por dentro, los señores de negro la acogotan por fuera y los controladores digitales la teledirigen. Este político que ya copa las pantallas no viene a este redil para nada bueno. Trabaja para otros y va a lo suyo. Como digo, ya venía barriendo para su casa cuando le nombraron vicesecretario. Lo de menos es esa pobre España de gente humilde que aspira a vivir de su trabajo amando a los suyos. Eso es antiguo, Casado se ha casado con lo nuevo.

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