JESUCRISTO, EMBAJADOR

¿Veis a Jesús?

Entre las distintas formas en que el catolicismo se ha ido haciendo presente en la historia, últimamente cobra mucha fuerza una especie de acción diplomática. 
Según ese símil, hay una jerarquía de decisiones concertadas que conducen al fin de la paz; y hay unas directrices que emanan de una autoridad que en todo momento reúne y valora los datos de la realidad y pone orden.
En cuanto a los miembros de la Iglesia, no tienen por qué preocuparse del significado moral de sus actos si éstos responden a esas directrices que les llegan.
Aparece Jesucristo como el embajador perfecto, el que, siendo Él mismo la Verdad, la propone por todo el mundo y lo convence. Pero, ¿se puede contar así su paso por la Historia?
Era la Verdad y la propuso...pero los suyos no le recibieron.
Entonces qué. Lo maltrataron y respondió perdonando; lo mataron y nos redimió resucitando. Y envió su Espíritu para que entendiéramos todo.
Eso es lo gordo. Él dijo claramente que se puede perdonar cualquier pecado menos el que va contra el Espíritu. Negar la luz es imperdonable. Y en medio de la oscuridad creciente de esta época, aún más, porque seguimos recibiendo destellos de Verdad para ayudarnos. Nuestra religión no es oscurantista, no precisa de antifaces; al contrario, se ha mantenido durante dos mil años por las luces de lo santo.
Aquí y allí se sigue proponiendo la Verdad, reconocible por la luz y el calor que siente el Alma en su contacto. Y ese fuego no lo apagan la persecución y la muerte sino que lo avivan. Lo apaga más bien el temor inspirado por el pecado.

Jesucristo está vivo hoy y te dice ¡sígueme! y los que son de su rebaño escuchan su voz.

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