EDUCAR EN VIRTUDES

Quien tiene luz ve, vive y aprende

Tenemos en el cielo intercesores poderosos. Y el cielo no está lejos sino que está entremezclado con la Tierra. De modo que los ángeles y los santos nos pueden oír cuando por lo bajini los llamamos. Y atención, porque estoy hablando de lo que sé. Y llegué a ese conocimiento desde la fe, cuando, al creer en "esa historia", pude comprobar que era cierta.

El camino del creyente es tremendamente emocionante porque nos da la oportunidad de vivir en el misterio. Ser familia de Dios, recibir poder para ser hijos de Dios, es con mucho la mayor aventura que puede uno vivir en la Tierra.

Solamente "tiene una pega": Vas a donde no sabes por donde no sabes, no eres el jefe sino la criatura, y tienes que caminar con la luz de una vela. Y a propósito de esta pega hay una metáfora interesante: La vida a la que accede un creyente en la Tierra es como adquirir una impresionante mansión y entrar en ella, al bautizarte, 

provisto de una vela. Eres el dueño de ese palacio pero no puedes disfrutarlo del todo desde el principio. El primer día disfrutarás del pequeño espacio que la vela te haya podido iluminar; el segundo, de lo del primero, que ya está en tu mente, más lo que recorras en el segundo; y así sucesivamente, hasta que la mansión sea tuya por completo. La vela es la gracia de Dios que se da a quien se la pide y la paciencia son las virtudes que tú tienes que ir desarrollando. Pero una vida vivida así es impresionante; no tiene color con lo que te propone el mundo, todo a base de tus fuerzas. 

¡Pruébalo, amigo, no tienes nada que perder!

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