Y DIGO YO...

Se echaron a suertes el manto


Felicitamos a Don Braulio por su cumpleaños y por su larga dedicación a la Iglesia y le pedimos a Dios que le siga ayudando. Pero echamos de menos la sucesión apostólica.
Hace cosa de un año empezó a ralentizarse la actividad pastoral en nuestra Diócesis porque Don Braulio se aproximaba a la edad de jubilación e iba ya cediendo su báculo, delegando y posponiendo asuntos. Como consecuencia, los sacerdotes, sin el estímulo de una nueva dirección, también posponían sus proyectos e iniciativas, a la espera de recibir órdenes.
Los 75 de Don Braulio han pillado al Papa en Panamá, y la Iglesia de Toledo se ha quedado mirando al charco.
En la curia local se calcula que no habrá nuevo Primado hasta el verano por razones administrativas, con lo que de cumplirse esos pronósticos, para entonces habrán pasado entre un año y medio y dos años de provisionalidad en la Diócesis.
La Sede Primada, a la vera de Madrid, merece una atención especial y, de hecho, hace muchos años que además del Arzobispo titular tenemos la ayuda de un Obispo Auxiliar. En estos momentos, no sólo no tenemos auxiliar sino que el Primado está con un pie dentro y otro fuera.
Por otra parte, la falta de pastor, en un vivero de sacerdotes como es esta diócesis, supone un riesgo importante, máxime si consideramos las fuertes turbulencias sociales que vienen siendo la tónica habitual en estos últimos tiempos.
Ahondando en el tema, desde el punto de vista de un cristiano de a pie, resulta chocante que la atención de la grey se haga depender de un proceso burocrático o que no se haya previsto con tiempo suficiente la sustitución del actual titular.
Las objeciones anteriores me surgen a mí como le pueden surgir a cualquiera que esté viviendo la fe evangélica de una manera sencilla, y desde esa experiencia, la organización de la Iglesia se entiende ligada a las inspiraciones del Espíritu Santo mucho más que a los análisis estratégicos.
Además, los problemas de los fieles son cada vez más graves, notándose por momentos el aumento del riesgo de ser coherente, de la complejidad del discernimiento espiritual  y del número de caídos en crisis de fe.
Por último, por si todo esto no bastara para justificar una sucesión rápida, la demora prevista hasta después de las elecciones de mayo es leña para el fuego de los que divulgan la imagen de una Iglesia politizada, donde las decisiones se toman en clave de conservadores o progresistas, de derechas o de izquierdas. Y esto no nos lo podemos permitir porque es hacerle un flaco favor al Reino…que puede tardar más o menos, pero vendrá.



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