¡BENDITO Y GLORIOSO DÍA 18, TODO VESTIDO DE BLANCO!




Hace XVI años, un día lluvioso como el de hoy, conocí a una maravillosa mujer y tras unos meses de noviazgo, un 18 de septiembre, me casé con ella. Enseguida fuimos a ver al Padre Mendizábal que, amorosamente, nos advirtió de que el paso que acabábamos de dar no era el final sino nuestro comienzo en la Universidad del Amor. Muchas veces más nos ayudaría este gran sacerdote a superar asignaturas difíciles de esa carrera, hasta que el Señor lo llamó al cielo, un jueves 18 del uno del 18. También al poco de casarnos fuimos a Roma para ser bendecidos por el Papa, pero se suspendió súbitamente la audiencia por el agravamiento de su enfermedad. Ese año le 'tocaba' predicar el Vía Crucis del Viernes Santo al Cardenal Ratzinger -¡un 25 de marzo!- y el dos de abril se murió el Papa Santo. Reunido el Cónclave el 18 de ese mes, en unas horas eligió a Benedicto XVI como sucesor de San Juan Pablo II. 
Ayer precisamente cumplió el Papa Emérito 92 años y en esa cumbre de su experiencia nos regaló 18 páginas espléndidas sobre la situación de la Iglesia y el mundo. 

Esas coincidencias de los varios 18, me han hecho ver una relación significativa entre los sucesos de la actualidad.
Los que me conocen saben cuáles son mis convicciones y que hago todo lo posible por ser coherente con ellas, hasta sufrir persecución. Destaco de entre mis creencias un par:
Primera: Sólo en Jesucristo está la salvación; y hacer su voluntad es el único empeño que merece la pena. El discernimiento puntual de esa voluntad puede ser penoso a veces, pero hay un principio claro: La vocación recibida; en mi caso, el matrimonio. Éste es para mí el bien a preservar por encima de todos, incluso por encima de mi propia vida. (Esto es lo que Benedicto XVI llama en su escrito 'La categoría básica del cristiano').
Segunda: Estoy salvado en esperanza y ello me impele a darme a los demás, como Cristo se entregó por mí. El amor de Cristo me apremia a ser testigo de esperanza; por eso escribo este blog, y por eso sufro cruz, como mi maestro.
En aquel memorable Vía Crucis del Coliseo, en su primera estación, se nos dijo: "La justicia es pisoteada por el miedo a la prepotencia de la mentalidad dominante. La indecisión, los respetos humanos, dan fuerza al mal". Aunque se añadía que esa es nuestra condición de siempre, hoy cobra tintes dramáticos por la tiranía de lo 'políticamente correcto', que alcanza también, cómo no, a la Iglesia. Y tal vez por eso está pasando desapercibido para la opinión pública cristiana este último texto tan iluminador de Benedicto XVI.
Al respecto del mismoel 'católico' ABC publicó el sábado un comentario de cuarenta y pico líneas de columna entre un aluvión de chismes electorales, y tan solo vuelve hoy al asunto para darle carpetazo con una foto de los dos Papas en el Alfa y Omega y sin transcribir ni una palabra de las del insigne teólogo.
En el precioso texto se dice, a propósito del escándalo de la pederastia en la Iglesia, que dos años y medio después del Concilio Vaticano II, el mundo vivió un ataque sin precedentes a la tradición: París vs. Roma. Un orden nuevo que negaba en lo natural -como el sexo- cualquier relación a Dios,  se impuso al mundo, atacando la autoridad moral de la Iglesia con razonamientos erróneos y actitudes violentas,  sembrando la cizaña del relativismo y abriendo la puerta a la ideología del enfrentamiento humano. Y por estar en el mundo, también los caminos de la Iglesia se complicaron entonces...
Hoy, medio siglo después, arde el templo de Nuestra Señora y no es posible saber en verdad la causa, pues de aquellos limos vinieron los lodos de la confusión actual, que impiden la clara visión de lo que pasa. A pesar de todo, la Iglesia Santa subsiste, nos dice Benedicto XVI, según lo que el mismo Señor había anunciado a los poderosos de su tiempo: "Destruid este Templo y Yo lo levantaré en tres días", refiriéndose a su cuerpo pero afirmando al mismo tiempo que las llamas del mal no acabarían nunca con la Iglesia.
El extravío que ha conducido a muchos clérigos al lamentable lodo del pecado sexual, va parejo al de otros que, dejándose llevar de su soberbia, han divulgado enseñanzas propias, desdeñando la tradición y la oración como caminos seguros.
Vivir de un modo auténtico la propia vocación y dar ese testimonio, lleva al martirio, o sea, a la esencia del ser cristiano. Esto es válido para la vocación religiosa y también para la vocación matrimonial.
Mi esposa y yo nos casamos convencidos de que emprendíamos un camino bellísimo de realización cristiana. Luego tuvimos la inmensa suerte de cursar el Máster en Ciencias del Matrimonio y de la Familia en el Instituto Pontificio San Juan Pablo II -dependiente de la Universidad Lateranense de Roma- y vimos sobradamente confirmada nuestra impresión sobre el imponente horizonte del Amor Humano.
Llevo tiempo pensando en contar por escrito cómo han sido los nueve años de matrimonio que hemos vivido desde entonces y cada vez que lo pienso me veo igual de incapaz de abordar esa empresa. Sé que la razón de que hayamos vivido tantas contradicciones en este tiempo es la misma que ha intentado revelarnos el Papa emérito en su escrito: Una intensa acción del mal, largamente preparada, para frustrar el proyecto estrella de Dios: El triunfo de Su Amor a través del amor humano.
Estremece ver hasta qué punto han penetrado los escándalos sexuales entre los religiosos, pero yo estoy aún más impresionado  de ver hasta qué punto han alcanzado a los casados. En ambos casos las primeras víctimas son 'los hijos', espirituales o biológicos, y aunque no sé el juicio moral que merece este delito en uno u otro caso, me angustia más el abuso de los nacidos de unión carnal que el de los espirituales. Y por puro designio divino he podido yo tener conocimiento de esta realidad, que me ha angustiado en extremo y me ha forzado a tomar decisiones en que comprometí seriamente mi seguridad personal; pero como he dicho antes, Caritas Christi urget nos.
Y el Padre Mendizábal, qué pinta en todo esto. Ahora se reclama la apertura de su causa, ¡cómo no! y los que la apoyamos sabemos bien hasta qué punto su compromiso apostólico ha sido heroico a la hora de enfrentar con nosotros las batallas que contra nuestra vocación -religiosa o matrimonial- nos había preparado el maligno.
Interpelado por última vez sobre lo que consideraba imprescindible para ser comunicado a un gran grupo de matrimonios, respondió: "Quereos mucho, porque hoy en día, un matrimonio que se quiere, ya es un testimonio impresionante".
Éste es el quicio de este artículo de actualidad: la batalla en marcha contra el Amor, la batalla contra Dios. Hay que decir que en estos momentos, el hecho de que se haya escrito un texto tan atrevido y limpio como el de Benedicto XVI es ya un signo de que empezamos a sacudirnos el yugo de esa impostura que caracteriza nuestra época. Y muy valiente ha sido el Papa Emérito al pedirle permiso al Papa para publicarlo, dándonos ejemplo de que hay que servir a Dios antes que a los hombres.
Hay signos también en la sociedad civil de que ese corsé de lo políticamente correcto se está aflojando, aunque pueda llevarnos mucho tiempo soltárnoslo del todo para ponernos las vestiduras blancas.




Comentarios

  1. Estimados amigos. Como pone el escrito, os casasteis en eln2003. Ya entonces veía a tu mujer en los jesuitas. A ti una vez casado. El padre Mendizábal haa muerto hace poco. Quiero felicitaros por vuestro matrimonio. Leí en la prensa lo de Mocejón.
    Este pueblo tiene abundancia de apartamentos, o lo que es lo mismo, de ser familia son monoparentales, los frutos, los hijos manifiestan ese ambiente.
    Sólo deseo daros ánimos y ofrecerme como algo. Atentamente Eduardo

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