SI-NO-DO-Y-NA-DA-SO-Y


No temas, Alguien se cuida de ti.


Está en peligro la fe. Poner en el centro a los jóvenes crea la ilusión de que hay un amplio futuro por delante; y abordarlo con un sínodo también nos hace entender que hay margen para enmendar los errores. El lenguaje de las conclusiones sinodales nos suena mucho y por esa familiaridad quedamos tranquilos para seguir pensando del mundo y sus cosas como veníamos haciéndolo.
Pero el mundo ha cambiado mucho en muy poco tiempo. Y así, a la Iglesia se le presenta hoy una emergencia sin precedentes. Su misión, su mensaje, está tan amenazado que urge la aparición de testigos que lo proclamen a riesgo de sus vidas. Aquí, en Occidente.
En medio de un magma social efervescente, donde la mentira y el miedo condicionan todo, los cristianos corren grave riesgo de ser sal insípida, que se arrojará a los caminos, si no se deciden de una vez a dar sabor al caldo con la Buena Noticia del Evangelio. 
Algunos siguen creyendo en la política, pero tengo la certeza de que no queda ya en ella verdad que nos pueda salvar. Tampoco en el avance de la ciencia cabe confiar, tocada hasta el fondo por la corrupción del dinero. Hemos llegado a tal punto de ocultación de la Verdad que no veo más salida que una nueva época martirial para la Iglesia.
Proclamar, dispuesto a perder tu casa, tu familia, tus cosas, tu vida, que todo eso no es para ti tan importante como ser amigo de Jesucristo, vivir con y para Él, anunciándole por donde tú vayas como lo mejor, la solución a todo, la única seguridad, la FELICIDAD con mayúsculas, es el único proyecto eclesial actual con futuro, y que merezca la pena. Y, por supuesto, el único modo de convencer a los jóvenes de que tener fe es una alternativa sólida a las maravillas que ellos han podido llegar a imaginarse que les esperan en la vida. 
Yo me veo muy limitado, pero sigo adelante en ese proyecto personal y espero que de Iglesia. Estoy convencido de que mi vida la lleva Dios y de que puedo hacer grandes cosas -todo- si sigo confiando en Él. De momento me va bien de esta manera, y voy cumpliendo años... Con todo, continuamente estoy gritando: - Señor, ¡date prisa en socorrerme!; y cada vez, Él me responde: ¡Llamadme en la brecha y viviréis!

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