UN IMPULSO DEL CORAZÓN

Fíjate bien ahora, que luego será tarde


En el levantamiento del pueblo español contra los franceses en 1808, salieron a la calle los carniceros con la macheta de descuartizar las reses; los herreros con la maza de golpear el yunque; los sastres con las tijeras más largas que tenían; los campesinos con las guadañas; los carpinteros con los serruchos y las gubias; los maestros con las reglas, el compás y los borradores; las cocineras con las cacerolas y el rodillo de amasar; los poetas con las banderas; los músicos con las trompetas, las gaitas y los tambores; y los curas con el crucifijo en alto...
Todos a una como Fuenteovejuna, a defender un modo de vida que de puro bueno sólo de pensar en perderlo preferíamos perder la vida...
Al ver ese espectáculo, el gran canciller francés no tuvo más remedio que quitarse el sombrero y arengar a su tropa diciendo que tenían enfrente a un pueblo en armas; a un pueblo de gente humilde convertido espontáneamente en ejército bien adiestrado por amor a Dios y a su Patria.
Pues yo digo ahora: " NOSOTROS SOMOS LOS HIJOS DE AQUELLOS ESPAÑOLES Y POR NUESTRAS VENAS CORRE LA MISMA SANGRE QUE GRITA: ANTES MORIR QUE RENUNCIAR AL AMOR Y A LA VERDAD"
Diran algunos: "Sí, muy bonito; todo eso está muy bien, pero ¿qué tiene que ver eso con la situación de hoy?

Si aun no se han enterado se lo diré: Si cada cual no enfrenta el día a día como un alzamiento en el que hay que defender a sangre y fuego una forma de vida apasionante y por otro lado la de siempre, tengan por seguro que muy pronto se les estará diciendo lo que a Boabdil el Moro ante la pérdida de Granada: "¡LLORA COMO MUJER LO QUE NO SUPISTE DEFENDER COMO UN HOMBRE!".
Vale. Un cordial saludo.

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