EL APASIONANTE MUNDO DE LOS EXPERTOS
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¡Qué atrevimiento, pequeño saltamontes! |
Es un hecho evidente que Europa está desmejorada; y que esto tiene unas consecuencias políticas concretas.
Cuando estalló la crisis se produjo un cambio de decorado –con el escenario a oscuras- que ya nos situaba ante el desenlace del Drama de Occidente. La política dejó de ser una cosa más o menos nuestra para convertirse en algo totalmente ajeno y desconcertante; y al mismo tiempo la comunicación dejó de ser un servicio más o menos público para convertirse en un bien inaccesible, del que nos llovían migajas como desde una torre inalcanzable. El cabreo que suponía este cambio de escenario se esfumaba entre las mil solicitudes de la cada vez más costosa supervivencia, y mediante el vil recurso a dignificar el vicio en cualquiera de sus vertientes. Se aceleró así la eliminación de sanas costumbres populares que ayudaban a la integración de las personas en la esfera del bien común, y un buen ejemplo de esto es la anemia conversacional que padecemos y el creciente aislamiento.También por aquel entonces bascularon definitivamente los medios de comunicación hacia la pura propaganda, trufándose de morbo y de subproductos informativos que perseguían únicamente embrutecer a la población con vistas a su manipulación; de modo que el tono habitual, de vulgaridad rampante, va entreverado con voces de "expertos" que machaconamente inciden en configurar el pensamiento social con arreglo a las consignas dominantes.
Cuando estalló la crisis se produjo un cambio de decorado –con el escenario a oscuras- que ya nos situaba ante el desenlace del Drama de Occidente. La política dejó de ser una cosa más o menos nuestra para convertirse en algo totalmente ajeno y desconcertante; y al mismo tiempo la comunicación dejó de ser un servicio más o menos público para convertirse en un bien inaccesible, del que nos llovían migajas como desde una torre inalcanzable. El cabreo que suponía este cambio de escenario se esfumaba entre las mil solicitudes de la cada vez más costosa supervivencia, y mediante el vil recurso a dignificar el vicio en cualquiera de sus vertientes. Se aceleró así la eliminación de sanas costumbres populares que ayudaban a la integración de las personas en la esfera del bien común, y un buen ejemplo de esto es la anemia conversacional que padecemos y el creciente aislamiento.También por aquel entonces bascularon definitivamente los medios de comunicación hacia la pura propaganda, trufándose de morbo y de subproductos informativos que perseguían únicamente embrutecer a la población con vistas a su manipulación; de modo que el tono habitual, de vulgaridad rampante, va entreverado con voces de "expertos" que machaconamente inciden en configurar el pensamiento social con arreglo a las consignas dominantes.
En época de elecciones pierden protagonismo los shows para dejar más sitio a ‘estos gurús del porvenir’, propagandistas profesionales encargados de canalizar las corrientes de voto según una estrategia electoral prediseñada.
Experto significa “persona con experiencia”, y claro, en un país “de viejos” ha de haber forzosamente muchos expertos, y convencerlos de qué partido es el mejor, no es tan fácil. Esto se vio claramente cuando en contra de todas las quinielas, Rajoy volvió a arrasar después de haber sido arrastrado por el fango por arriba y por abajo.
El hecho de que después de cinco años sigamos embarrados tiene, entre otras, la siguiente lectura: cuanto más tiempo pase, menos “expertos inmanejables” quedarán en el país. Ahora mismito se avecina una jugada: El PSOE gobernará con los “antiespañoles oficiales” porque ha echado números y cree que con aprobar la eutanasia en cuatro años dejará la sociedad lo bastante limpia de “expertos” como para que la manipulación electoral reduzca el error estadístico del voto a un nivel insignificante. Y estando ya España sometida a las matemáticas: “Misión cumplida” de Calvo y su cuadrilla.
- Tú ¿en qué eres experto?
- ¿Yooo? Yo he hecho zapatos toda mi vida.
- ¿Y tú?
- Yo he sido tintorero y después ordenanza en la Diputación.
Ahora son jubilados, o sea, gente con experiencia. Si te acercas a ellos en el parque y, por ejemplo, te pones a contarles un chiste porque estás contento y te apetece hablar con alguien, no te van a decir que te vayas, porque son gente educada en el respeto al otro. Te escucharán, y mientras tú gesticulas y te esfuerzas para que se sientan bien y al final esbocen una sonrisa, ellos irán pensando vete tú a saber qué, pero cada cual según su experiencia… por ejemplo: “éste parece uno que está contento y que le da por contar chistes, pero ¡déjate! a ver en qué para… no tiene mala pinta pero es muy raro que sólo quiera pasar el rato… tendrá problemas… se expresa bien, luego no es tan sencillo el asunto… y tiene gracia… éste no es un cualquiera… me va pareciendo que éste está haciendo lo único sensato que se puede hacer hoy en día para revertir este sinsentido en que vivimos, es decir, comunicar la inquietud que lleva dentro y que todos sentimos… y hacerlo de la única forma que es posible… hablando con quien quiera escucharte… nos ha contado un buen chiste, sí señor, y bien contado y con claro entendimiento…
- “Tiene Vd razón en lo que dice; esto se arreglaría así y así y así…bla bla bla”.
- Pues yo pienso esto, esto y aquello y bla bla bla…
Si el zapatero entiende de zapatos, y el conserje del trato con las personas, es obvia la razón de por qué después de tantos siglos siguen ocupando el puesto de vigías de occidente los doctores de la Iglesia Católica. Porque existiendo Dios, nadie es capaz de superar la sabiduría que el mismo Dios comunica a estas personas para guiar a los hombres hacia la meta de la felicidad. Y es obvio también, por la misma razón, que a lo largo de la historia sean siempre ellos el objetivo a batir por los que, deslumbrados por la maravilla de la mente humana, ceden a la vieja tentación de prescindir de Dios, de Aquél que si no existiera no habría mundo creado ni inteligencia para dominarlo.
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