AUNQUE REVIENTE

¡ALARMA, ALARMA, A LAS ARMAS CON CRISTO! Antes de ser santo; con el corazón herido y, por tanto, limitado para amar del todo; asaltado a veces por vergonzantes sentimientos de rabia... así como soy, imperfecto, me voy a atrever a señalar a otros un camino, con la esperanza de que, no mi fuerza, sino la de Dios, haga que algunos me escuchen y se conviertan de su vida de pecado. La edad madura me ha mostrado la ruindad de nuestra condición y el efecto destructor del pecado; el vacío poblado de chacales que deja la falta de fe; que la vida es una lucha continua entre el bien y el mal; y que urge tomar conciencia de ello y pelear. Desde que Francisco está a la cabeza de la Iglesia he visto cómo ésta ha ido cambiando. Ha coincidido este período con el de la crisis, o a lo mejor no ha sido una coincidencia. El caso es que la Iglesia que conozco está dispersa y despistada. Esa conciencia del combate entre el bien y el mal no la veo entre mis hermanos de fe y por tanto, no veo que se viva...