LO QUE PASA EN LA CALLE

Porque tu Luz nos hace ver la LUZ.

Vivimos en un ambiente caldeado y confuso, donde lo único que parece tener consistencia es ese 'hueso roído' del relativismo: "Nada es verdad ni es mentira". Las noticias en las redes, como comida rápida, se digieren a toda velocidad y estás siempre con ganas de más. Engullimos, sin empacharnos, desde chismes hasta grandes catástrofes, y si en un momento nos parece estar al borde del desastre, al momento siguiente volvemos a estar en la vida de siempre. Y así un día tras otro, tragando y 'destragando'... 
En España se habla ahora de una escalada de la tensión, pero por esa falta de claridad que lo envuelve todo, no hacemos caso y seguimos buscando acomodo en nuestros sofás. Porque sucede que si te lo tomas en serio no faltará quien te diga que adónde vas tú, que no es para tanto... o incluso que eres un paranoico... y al final optas por vivir como si la vida fuera una película, de la que eres un simple espectador y en la que no te juegas nada. 
Por ejemplo: ¿Existe un riesgo real de que España se rompa? ¿Está verdaderamente Cataluña en manos de exaltados sin control? ¿Crece de nuevo el odio fratricida que podría conducir a una guerra? 
¿De quién y dónde podemos escuchar esas respuestas? De los políticos no, porque aunque seguimos votándoles como si supieran la verdad, no son fiables; y de los medios digitales tampoco, porque mienten sin parar, y si los atendemos es porque no tenemos a nuestro alcance ninguna fuente mejor donde informarnos.
Algunos hemos vuelto la vista hacia la Iglesia Católica, le hemos dado una oportunidad en nuestro interior y llevados por la fe hemos visto brillar en ella la verdad, toda la Verdad. Pero de un tiempo a esta parte tampoco es ya lo mismo. Aquel bloque homogéneo que nos daba tanta seguridad parece estar resquebrajándose.
A propósito de esto y dicho sea de paso, el fenómeno de la violencia, que va en aumento, tiene su origen precisamente en la falta de seguridad: Si uno se siente vulnerable tiende a atacar. Por todas partes emergen grupos unidos en torno a un ideal que con gran facilidad echan mano de la violencia para promoverlo. Los 'ismos' son en el fondo búsquedas de verdad desviadas que por el camino recurren a la violencia.
Aquel brillo de Verdad que otros y yo vimos en la Iglesia no hace tanto, era distinto a todo lo que nos había tenido entretenidos antes de encontrarlo: era Cristo vivo, una persona en quien confiar. Así de claro... Sin embargo, hoy empieza a perder intensidad aquel resplandor. En un proceso similar al del mundo civil, los faros que debían alumbrar el camino de los creyentes están emitiendo señales ambiguas que confunden y extravían a muchos. 
La luz de Cristo no se ha apagado, ciertamente, pues Él ha venido al mundo y se ha quedado para siempre, pero las pequeñas luces que reflejan la suya, los testigos, no están y no se los espera. Es verdad que la fe por sí sola basta, pero también es verdad que cuando es puesta a prueba y el alma no encuentra el apoyo de los hermanos, es más fácil que se pierda.
Eso está pasando, que yendo el mundo hacia la incredulidad, la Iglesia, en vez de reforzar su cimiento -la roca, que es Jesucristo- se está también contaminando de impureza y está perdiendo su firmeza, está en-fermando.
La vida es una lucha feroz entre dos visiones antagónicas, pero al presente estamos en una encrucijada que puede ser la última. La soberbia del enemigo ha ido engordando desmedidamente en estos siglos por las grandes conquistas de la inteligencia, y hemos llegado a un punto donde el combate es total. Y por eso el Papa Emérito, profético una vez más, nos ha recordado en su último escrito que la categoría básica del cristiano es el testimonio martirial: No se enciende una luz para ponerla debajo de la cama.
Las grandes y pequeñas dificultades que nos abruman cada día son afloraciones de ese conflicto latente universal. Las contradicciones, disgustos, contratiempos y sobresaltos cotidianos, son consecuencia de la lucha que cada uno mantiene en ese gran combate cósmico en el que está en juego la LUZ de Dios, que es la vida del mundo. 
Muchas zonas de nuestra existencia, antes llenas de vida, han ido quedando a oscuras y tal parece que el ejército blanco se repliega, pero aunque esto fuera cierto, el asunto no es tanto el número de los que se salven como el triunfo de la Verdad. Porque aunque sólo sobreviviese un alma en la batalla, su Luz -la Vida en el Espíritu- seguiría siendo el centro de las miradas del mundo.
Y sabemos, porque así nos ha sido revelado, que al final de los tiempos, cuando vencido y desarmado el ejército blanco la abominación sea instalada sobre el altar, se eclipsará por un breve tiempo la LUZ de Cristo. Pero entonces, en cuanto eso ocurra, en muy poco tiempo, el que no puede morir destruirá al malvado con el soplo de su aliento y el Reino Eterno será establecido por fin para siempre. 




















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