LAS POLIS DE AVELLANEDA

No es fácil ser poli, y qué importante es que haya polis buenas, aunque sean brutas...
El que solíamos llamar "cuarto poder" le ha tomado la delantera a los otros tres, que además 'ya no son lo que eran'. Después de la histórica jornada electoral de ayer, eché un vistazo a los periódicos de nuestros vecinos: Francia, Italia, Reino Unido, Portugal, y vi que son lo mismo que los de aquí: una propiedad de DonDin. Por eso ya le están segando la hierba bajo los pies a Abascal. Curiosamente, es en España donde, por astucia, se suaviza más el ataque: El País ha pasado de criminalizar a VOX a llamarlos "ultranacionalistas". 
El caso es que "la voz" de los que no la teníamos ya resuena claramente en el Congreso, y esto es una buena noticia y da esperanza a los que pretendemos una España más sana, con un sentido de la libertad real, con amor a la Patria y a la familia no de boquilla sino de verdad. Esta bonanza es por supuesto, un momento de oro para destapar fraudes y clausurar nidos de corrupción, y es un deber moral aprovecharlo.
Hoy he ido a la Comisaría para dar cierta información importante a la UFAM (Unidades de Atención a la Familia y a la Mujer). El agente que me recibió llamó arriba por teléfono y me dijo que bajaría alguien a buscarme a la sala de espera. Como al cuarto de hora llegó una policía que me recordó a Kate Beckett -la detective de Castle que encandila a mi hija- aunque a la española (con menos glamour y más brío). Yo estaba de espaldas, mirando por la ventana, y al darme la vuelta, ella hizo ademán de decepcionarse (como si esperara algo distinto) y, haciendo un gesto ambiguo que señalaba una de las puertas de la oficina de denuncias, me dejó allí tal cual. 
Seguí esperando, y a la media hora salió un policía con un boli y una libretita para anotar mi teléfono y despacharme (ya sabéis algunos lo que eso me hizo recordar...).
Pero con la práctica se aprende y le dije rápidamente al agente que no, que prefería volver las veces que hiciera falta, "que era tan importante mi asunto que me tomaría todas las molestias que fuera necesario para abordarlo". Y parece que eso le convenció y nos despedimos.  
Volví por la tarde, en el rato que mi hija estaba entrenando. Otro policía, otra llamada, otra espera... y otra Kate pero morena, morena... -ya empiezo a imaginar a mi hija resolviendo casos... Se presentó como la Jefa de la Policía Judicial ('ésta debe de ser alguien importante', pensé). Ni medio segundo me dejó para recrearme en películas, instándome con autoridad a que le soltara todo rápidamente... y así lo hice, tal cual. En dos minutos había abierto ante ella un caso que implicaba a muchas familias y un gran bien social. Le dije que mi formación de psicólogo me había ayudado a ver lo que estaba pasando, y esto debió impresionarla porque aflojó un poco su pose de agente dura y la vi más suave, más mujer.
Pero tal vez "por verse así", por algún cruce de cables con "lo que se lleva ahora", me interrumpió y me dijo más o menos esto: "Es Vd. un perfecto idiota", y se fue. Pero una vez más, mi entrenamiento me permitió gestionar aquel imprevisto sin que me afectara gran cosa; de hecho, me esperaba algo así, porque la última vez que había ido con un asunto parecido me habían tratado como a un delincuente y se habían presentado al día siguiente ante quien podía aclarar el delito para decirle que un chiflado les había estado incordiando con una película y que no les extrañaría que volviera de nuevo contando que le intentaban secuestrar por ser íntimo del Rey o algo parecido. En fin, yo, muy tranquilo, me senté un rato a ver en qué paraba aquello, al cabo del cual, siendo ya la hora de ir a por mi hija, escribí en un papel cuatro letras y firmé cordialmente con mi nombre completo. En la nota le recordaba a la súper-agente lo que le había dicho acerca del caso, y me disculpaba por no haber podido esperar más tiempo. Cuando se la iba a dar al policía de la garita vi salir por la puerta del parking a nuestra Kate hablando por teléfono, por lo que posiblemente tuviera entre manos algún caso urgente que la obligara a salir corriendo... 
No disfruto nada metiéndome en estos berenjenales, o, bueno... sí, disfruto mucho, porque cuando estoy temblando por lo que me puede suceder, de una u otra manera siempre se me "presenta" Jesucristo tierno, agradecido, amable, comprensivo, protector... y, creedme, amigos, ESO, no hay experiencia que lo iguale. Dios es todo... todo lo que desea el corazón humano. Por eso sigo adelante sin desmayo, a pesar de los muchos contratiempos, aprietos, privaciones, persecuciones y desprecios que sufro por Jesús. De lo cual, cada vez más, también yo estoy orgulloso, porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
























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