CON TOLEDO HEMOS TOPADO

Jesús respeta el poder humano y en esa humildad muestra su Poder divino

Estos días de vacaciones estoy de pleitos y entiendo perfectamente lo de “tengas pleitos y los ganes”. Pero por otro lado me ayuda sobremanera saber –me lo inculcó mi madre- que la vida es lucha, y que todo el sufrimiento que vivo es por Cristo.
Voy buscando un letrado que me defienda, y en cuanto digo que el abogado de la denunciante es el Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Toledo, me señalan las puertas del bufete. Me lo dijo una Procuradora, buena persona, que visité: “Toledo es una plaza muy difícil para todo, te va a costar encontrar quien te defienda”, aunque yo ya lo sabía, claro.
Pero en estas andanzas está Dios conmigo, y me auxilia. Y poco a poco, ‘como la gallinita’, me van cayendo migas de aquí y de allí para sustentarme.
De los abogados que se excusaron, uno me dijo que el mismo Juzgado que llevaba mi caso le había suspendido a él un juicio de fecha posterior al mío. Otro me dijo que el día de mi juicio aún no habían recibido los abogados de Toledo las instrucciones para reincorporarse.
Desplazándome, y no por gusto, en bicicleta, en mitad de la canícula de una tarde de julio di con un letrado que dejó escapar estas atrevidas palabras: “aunque el abogado de la denunciante fuera el mismo Dios, no dejaría yo de defender un caso, porque vivo de esto”. Comoquiera que todos los que se excusaban lo hacían por la misma razón que él aducía para cogerlo, cabe pensar que estoy ante una opción poco segura, pero aun así es la mejor porque es la que por ahora me pone el Señor.
La defensa que me propone es muy ‘light’ y no ofrece garantías; diríamos que es  una forma de embolsar una buena cantidad sin mojarse apenas. Se basa en que el Real Decreto del Estado de Alarma prohibía los desplazamientos, y que por tanto el juicio es nulo porque la propia ley me causó indefensión. El argumento es débil porque desplazarse para volver al hogar sí que estaba permitido, y porque si yo no podía asistir tendría que haberlo comunicado. Dirigiendo la apelación a pedir nulidad de actuaciones no entraba en el fondo del asunto y se ganaba unos cuartos.
Yo había concebido que mi defensa podía ser que si los juicios estaban suspendidos por el Real Decreto, sólo una ley de rango similar, o la extinción del Decreto, los podría reanudar, y que al no haberse dado esos supuestos, mi juicio no era válido.
Este argumento me parecía sólido, pero por lo que fui viendo no debía serlo tanto. Para empezar, la ley no prohibía expresamente los juicios. En la prensa técnica leí: “Se deduce por los párrafos anteriores que también los juicios quedan suspendidos”. ¡Pero la prensa generalista no había dejado lugar a dudas! ¡Otra vez la desinformación de los medios!
Y con la reanudación de las vistas sucedía otro tanto. Una Orden del 9 de mayo establecía que sólo a partir de las dos semanas del inicio de la Fase 2 de desescalada podría llegar la normalidad procesal y como mi juicio había sido a la semana de iniciarse la fase 1, cabía la posibilidad de que fuera nulo… Y sin embargo ningún abogado me mencionó esa orden. “Seguramente habrá forma de defenderte pero yo no la veo”, me dijo uno.
Pero aunque el anexo II de la Orden fija esos plazos, no pone fechas cerradas para la reanudación de las vistas… lo deja a la decisión de los Órganos de Justicia competentes en cada autonomía, que a su vez pueden recabar datos de los órganos sanitarios locales para justificar sus decisiones… O sea, que las autoridades se pasan la bola unas a otras y finalmente las instrucciones pueden “llegar un día ordenando que se celebre un juicio el día anterior…”
Pero los abogados de Toledo cuentan con eso; saben muy bien que su casa tiene un amo, y que si él lo quiere “rompe un trato”. ¿Y la justicia? ¡Ay, amigo, eso es otro asunto!
Pero no es verdad, la justicia es ‘el asunto’, y una sociedad donde no hay justicia no es sociedad sino suciedad. Ya se sabe, unos por otros y la casa sin barrer, y para muestra un botón:
Hoy tuve que volver a entrar en el cuartucho de donde, sin yo saberlo, salí hace un año con el sambenito de “loco peligroso”. Me atendió una funcionaria de maneras ásperas, más propias de quien trata con animales. La puerta se abrió y tras unos instantes alguien dijo: ¡Qué casualidad! Yo no me volví, pero supuse que se trataba de la abogada que me había denunciado. Su tono había sido desenfadado, como si para ella el asunto fuera un juego… seguramente no se imagina que su juego, sucio, trasciende mi humilde persona y pasa una abultada factura a la sociedad.
Y otro ‘rincón sin barrer’ lo descubrí ayer en el Palacio de Justicia. Llevé una denuncia al Juzgado de Guardia, acompañada de un móvil que presentaba como prueba, y la funcionaria –una mujer con la que el mismo Job discutiría a los cinco minutos de intentar hablar con ella- rechazó recogerlo a pesar de haberle insistido yo en que en mi casa no estaba seguro. Decidí zanjar el asunto llamando al Guarda para que actuara de testigo. Me chocó que estuviera solo y que fuera de una compañía privada; y al preguntarle sobre el tema me dijo que la Guardia Civil y ellos se repartían el trabajo a medias. La conclusión es que en nuestro país los archivos de la Justicia están custodiados por una compañía privada, pongamos que la de Fulanito. Y como se da el caso de que el recuento de votos en las elecciones también está ‘privatizado’, podría darse el caso de que el tal Fulanito mandara más en España que el propio pueblo soberano.

Llevo siete años escribiendo en este blog sobre ‘cosas serias’, dando testimonio de mi vida de fe, y haciendo afirmaciones, revelaciones, denuncias y juicios muy comprometidos. El blog tiene más de trescientos artículos y treinta mil visitas; pero a pesar de todo eso, la gente de mis círculos da más crédito a los chismes sobre mí que a mi testimonio público.
“Escribe como si se creyera un San Pablo –dicen- pero de San Pablo debe tener sólo un pasado vergonzoso”; “ha amenazado de muerte a una pobre funcionaria”; “tiene una doble vida”…
Muchos ‘cristianos viejos’ me vuelven la mirada, pero nadie nunca me ha dicho cuál es mi gran pecado. “Gentes dignas de todo crédito” les han contado cosas terribles sobre mí, así que no necesitan que yo les cuente. Así se escribe la historia toledana.
Tal vez les hayan dicho que ‘no respeto el Sábado’, o sea, que digo que lo de las mascarillas es una gran mentira instrumentada por prensa, políticos y científicos vasallos de Don Din; que las muertes pueden ser perfectamente provocadas merced a la expansión de una red social corrupta; una red que ha ido medrando al amparo de una sociedad acomodada y aturdida por el ruido, y por la inacción de una Iglesia cada vez más acobardada por efecto de la laxitud de sus costumbres.  Pasamos de “La misericordia se ríe del juicio” a que el juicio se ría de la Misericordia; al prejuicio.

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