¡FELICES SUEÑOS!

 

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan, ella -la libertad- pondrá dos piedras de futura mirada, y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan en la carne talada.

Acostumbro a decirles a los chicos que su educación no consiste en saltar todos los obstáculos que se les vayan poniendo hasta alcanzar alguna incierta meta material; que el sentido de su tarea y el porqué del esfuerzo que se les pide, tiene que ver con el bien común, y en último término, con el amor, del cual arranca toda acción verdaderamente humana y en el cual todo encuentra su orden. Esta dimensión de la tarea es de la que, llegado el  momento, se sacan las fuerzas para soportar la fatiga y superar el miedo al fracaso. Tristemente, muchos no han oído nunca hablar de estas cosas y, como consecuencia, cuando se presentan dificultades caen fácilmente en la tristeza y el abandono.

Esta noche he tenido un sueño singular, constaba de 'una sola toma’: 

Una carretera cruza de lado a lado "la pantalla"; ésta, del centro hacia la derecha se ve en color, pero la otra mitad está en blanco y negro y oscura. De ese lado, en primer plano, surge un autobús; al llegar a la zona de color se para, abre las puertas y sale un niño disparado que cruza la carretera 'sin mirar a los lados'; inmediatamente salgo yo detrás de él, anticipando la tragedia. Angustiado, cuando miro a la  izquierda para cruzar, veo a un negrito de unos dos años y medio, parado en medio de la carretera, aunque cerca del borde; en la orilla más alejada de él hay otro niño, como de siete u ocho años, tal vez su hermano; están desnudos, y despojados de todo. La impresión que tuve al verlos fue la de estar contemplando a dos animalillos salvajes en un paraje desolado, dos seres vivos que nada tenían que ver conmigo, ‘con nuestra vida’.

Pero esa ‘nuestra vida’ estaba ahora muriéndose en mis brazos. Aquel niño alocado era mi hijo y había sido atropellado. Al llegarme a él y abrazarlo, con horribles convulsiones en el rostro, me dijo: “Papá, he sorteado varios coches”.

En este sueño, el rostro convulso representa el alma de nuestros niños y jóvenes, que sufre, en esta vida que les damos, horribles tensiones y angustias. El fotograma lo componen dos mundos inseparablemente unidos, que, sin embargo, para la mayoría de nosotros no se tocan. Es decir, vivimos como si muchos de la familia humana no fueran de los nuestros. Y no me refiero solo a los que no tienen qué comer ni con qué vestirse, sino también a todos aquellos que para nosotros no cuentan.

Esa separación ‘sin sentido’ es la responsable del sufrimiento de las almas, y surge del desamor; no está al principio, pero la introducen a escondidas los malvados y crece entre nosotros, sin que nos demos cuenta, hasta asfixiarnos. A medida que crece nos va ‘secando’ y dejando estériles de buenas obras, y tristes.

Afortunadamente, ese niño, que es el hijo de cada uno de nosotros, es también el hijo de Dios, el Niño Jesús, que, compadecido de nuestra infelicidad, morirá como un maldito por nosotros, para llevarnos con Él por carreteras seguras a la dicha eterna. 

Jesús, despojándose totalmente de su condición de Dios, se hizo niño ‘sin sentido’ de esta parte del mundo y niño menesteroso de la otra parte. Criaturas radicalmente desvalidas, somos elevados por el Amor infinito de Dios a la categoría de miembros de su familia, gracias al sacrificio humano y divino de Jesucristo, único nombre por el cual la humanidad se puede liberar de su egoísmo salvaje, se puede salvar, amando. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

¡LUZ Y TAQUÍGRAFOS!

ALUMNOS

PROVOCACIÓN (publicado en agosto del 22, y revisado después)