FILOMENA MENA

"Antes se coge al mentiroso que al cojo"

Termina la Misa y el prelado de la Archidiócesis se mezcla con el pueblo fiel. 
- ¡Sr. Obispo!, le dice una feligresa.
- Hola, obispo, no; yo soy arzobispo-obispo. ¿Cómo se llama Vd.?
- Pues yo soy Filomena-Mena.
Sí, Mena para los amigos. Pero esta borrasca ¿los tendrá? Pues yo creo que sí. Y me explico.
En la portada de La Razón (8:30) me llaman poderosamente la atención dos cosas:
Primera: las fotos no son de los desastres de la borrasca sino que intentan dar la impresión de normalidad ciudadana, lo cual es insólito con 35 cm de nieve. La primera de ellas consigue ese efecto por estar tomada desde el aire, mientras que la segunda es un enfoque corto de un puñado de gente que transita como si tal cosa, y de la que es imposible saber cómo llegaron a estar así congregados y en qué momento (!). 
La segunda cosa que captó mi atención fue una expresión fuera de sitio, que ya había visto ayer en otros periódicos: “Mena se cobra, al menos, tres víctimas”. Ese ‘al menos’ es extraño, ¿es que hay gente enterrada por la nieve, o gravemente herida? Probablemente no. La expresión nos es familiar en el contexto de un atentado, una explosión o similar, en que es difícil saber enseguida el número de muertos, circunstancia que no se da en este caso. Al situarnos ante un suceso puntual y concluido, ese ‘al menos’ nos devuelve al escenario en que los agentes mediáticos nos tienen encerrados desde hace un año. Mena ya pasó; volvamos al covid. 
Y ahí confluyen los significados de las fotos y de ese "gazapo" de estilo; y también, por cierto, el hecho de no haber querido alertarnos de la borrasca (mejor no darle importancia si querían pasarla de puntillas). Las fotos se han usado para pasar página y muestran una normalidad que no existe pero que es ‘la realidad’ que les importa a los medios. Estaban afanados metiendo miedo con un nuevo confinamiento, cuando llegó Filomena de parte de Dios, inoportuna y pesada. Tardaron dos días en decir que había llegado, luego dijeron que estaba fastidiando un poco, y hoy dicen que ya se va y que casi no ha estado, que total, dos o tres muertos de nada…
Pero lo cierto es que Mena les ha venido ‘ancha’, porque ella sola es un colapso, y el otro, el suyo, no ha tenido más remedio que esperar, porque una pierna rota tiene preferencia frente a un virus que no se nota. El caso es que se han puesto muy nerviosos, y están cometiendo errores (como el de soplarme a mí este texto y no pedirme disculpas). 
Nuestros administradores, los que nos traen las vacunas, tienen prisa por volver a la normalidad, ésa que están demonizando, ésa por la que la gente entra y sale, como y cuando quiere y se juntan a hablar porque son seres sociales por definición. Ellos agitaban por debajo las aguas creando ‘olas’ sin parar, mientras acariciaban las jeringuillas; convocaban al rebaño asustándole con el lobo… y llegó Mena, rotunda, a fastidiarlo todo. Ahora tendrán que rehacer todo el relato: lo de los camiones frigoríficos, lo de la inmediatez del segundo pinchazo, etc. Una debacle. Pero es que Dios se ríe de los que traman sacudirse su yugo.
Y a propósito, me ha dolido lo que ha dicho el Papa; porque ha pasado por alto algo sin lo que yo no sería católico: que exceptuando las leyes éticas que emanan directamente del Derecho Natural, no existe ningún precepto en nuestra religión que no precise el filtro de la conciencia individual, que traducido viene a ser que no es comparable matar de un tiro a alguien que no te ataca con el hecho de poner en duda la buena intención de gobernantes mentirosos, violentos (lo digo por propia experiencia) y abiertamente enemigos de Dios. 
Hoy es domingo, y somos llamados a no hacer duelo, a no llorar, porque hoy es el día en que resucita el Señor, hoy es el día de nuestra salvación. ¡Bendito sea Dios! ¡Que Santa María vele por España!

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