RETOÑARÁ

 

La promesa del Señor es fiable

Por amor de la Iglesia no callaré,

Por amor del Pueblo de Dios no descansaré,

Hasta que resplandezca su justicia

Y su salvación llameé como antorcha.

(Isaías 62: La Iglesia, esposa del Señor)

Marzo 2020-Marzo 2021: Un año en cifras

Cien mil asesinatos; seis millones de parados; cerca de cuatro millones de personas auxiliadas por Cáritas; cuatro millones de jóvenes con ansiedad; un millón y medio de Pymes cerrando o despidiendo gente; media España subsidiada; acelerado aumento del analfabetismo (un diario de noticias vendido por cada 80 españoles); calidad educativa cayendo en picado; depresión endémica; hábitos de vida saludables en declive; drástico descenso de asistencia a actos de culto; etc. etc. etc.

Si consideramos que en los últimos cinco meses vivimos en un estado de excepcionalidad que está fuera de la Constitución, la gravedad de la catástrofe que muestran los datos anuncia un estado de derecho en descomposición, una gangrena en una extremidad de Europa, inducida por agentes contaminantes.

Si la España de la reconciliación se está muriendo como parte de Europa, y al mismo tiempo se anuncia una segunda vida por la inyección de dinero, hay que preguntarse por la naturaleza de ese maná que nos va a salvar. ¿Quién ha trabajado para pagar nuestro mal? ¿De dónde viene ese dinero? Lo que comemos, vestimos, lo que nos da calor o nos protege del frío, sale de la tierra y del trabajo de las personas… ¿quiénes son pues nuestros beneficiarios? ¿Gates, Zuck,…? No, claro; ellos no. Quienes pagan los platos rotos son, como siempre, los esclavos, los parias de la tierra; y no los magnates que los explotan… y que ansían hacer lo mismo con nosotros.

¿De verdad hay quien se crea que ‘la caridad de Europa’ nos va a devolver la Bella España que trabaja, estudia, ahorra, proyecta y se regula a sí misma? No, a esa la están enterrando… Y con ella a nuestros amores: la familia, los amigos, la verdad en la mirada y los gestos; la ilusión por criar unos hijos que mejoren lo bueno que hay en nosotros; el respeto, agradecimiento y amor a nuestros mayores; la seguridad de un Dios bondadoso como última esperanza…

Cierto mal hortelano está matando nuestras raíces, haciéndonos creer que retoñarán; pero la verdad es que por el antaño vigoroso tronco, que aún sujeta ramas verdes, ya no circula savia y es cosa de un par de ventoleras que su ramaje solo sirva para el fuego.

Hace falta un gran milagro para salvar a España, esta bendita tierra que tanto bien hizo al mundo. No hay pueblo español sin una virgen que los jóvenes disputan para llevar en andas. María, fuerte columna, que dio fuerzas a Santiago para sembrar esperanza en esta tierra recia y noble, sigue viva como pilar de nuestra convivencia. La Virgen sigue queriendo levantar nuestras vidas, dobladas por el peso de los infortunios. Ella hace posibles los milagros que obra su hijo; como hizo en la boda de Caná, conmovida por la pobreza de aquellos novios. Aquel milagro, el primero de Jesús, fue también el principio del cambio de lo antiguo a lo definitivamente nuevo, y María nos dio la pauta para esa transformación: “Haced lo que Él os diga”.

Es hora de rezar con fe y trabajar; hora de implorar la intercesión de María por su tierra querida; hora de unirnos en un mismo Espíritu, en un mismo Dios que sea todo en todos.

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