¡MALDITO ROEDORE!

Mariposa, bellísima mariposa, lo serás mañana; que hoy eres un gusano trepando por la rama

España está hechizada. Unos desaprensivos la han maniatado y la oprimen impunemente. A puntapiés han echado al líder legítimo y han puesto en su lugar a un títere burlón y embustero. Con arrogancia obscena han sacado de la tumba a un antiguo Jefe -bueno para legiones de españoles- despreciando su rico legado material y el pacto de paz que cimentó el actual estado. Y una vez hecho esto no han parado de causar destrozos en el tejido social. Dictan leyes malvadas y hacen callar a los honrados. Enfrentan a varones y mujeres y corrompen a los niños, para dividir, para hacer imposible una convivencia ciudadana en paz. La última tropelía, a lo grande, les ha sido ordenada desde arriba, orquestada para acaparar el poder mundial. La han llamado covid y asustan con ella matando a diestro y a siniestro. De esa manera nublan el entendimiento incluso de los más preclaros pensadores. Han convertido la vida cotidiana en una lucha por la supervivencia física y moral. Roen incansablemente lo que queda de verdad para adueñarse definitivamente de 'todo', hasta de las almas. Hacen burla de las leyes y del aprecio del bien común que hasta ahora se presuponía en los dirigentes. Se sientan a maquinar y a planear cómo acabar con la resistencia a sus malvados planes; con nocturnidad suplantan las leyes constructivas por otras dañinas; y a todo eso lo llaman paz y progreso. Con el engaño y con su gran violencia van seduciendo a la población, empezando por sus representantes, que ya han caído. Y una especie de hechizo tiene paralizado al país.

¿Para qué rompió Díaz la paz de Madrid? Nada iba mal; la capital estaba en manos de un gobierno moderado, no como el de la nación. Y de pronto, en un abrir y cerrar de ojos, nos cuentan la milonga de que hay un complot para echar al PP y que lo mejor es disolver la Asamblea. Pero ¿tan poco valen las leyes en nuestro país que admiten que se eche a un gobierno así, sin más ni más, simplemente porque el cálculo maquiavélico lo permita? Si  fuera así, no es que estuviéramos mal, es que ya estaríamos peor. Pero la verdad es otra. 

En España hay una mayoría sensata. Para poder hacer esa política repugnante actual hacía falta soltar los nudos que cohesionan nuestra convivencia, y eso es justo lo que ha venido a hacer el covid.

Sin ninguna coherencia, ni veracidad, ni sentido de estado en su gestión, desde que empezó esta lacra el asunto lleva la marca de un gobierno falaz y bastardo -constituido con enemigos del bien común. Es fácil pensar que en el resto de países esté pasando algo similar; no me cuesta creer que esa sea la situación de Francia, sin ir más lejos, pues he visto el París de hace 40 años y el actual y no puedo encontrar mejor explicación a su deterioro que la que aplico para comparar la España labrada en las difíciles décadas que sucedieron a la guerra con la de ahora. Pero de lo que esconde el covid ya se ha dicho bastante; y las sospechas se ven de sobra confirmadas por el devenir de ese fenómeno: a su amparo han visto la luz gravísimas leyes de muerte, aprobadas sin debate social y con nocturnidad, como la Eutanasia, la ley Celaá o la del Menor.

En este contexto es inconcebible que Díaz no supiera que al disolver su parlamento se estaba amparando en un decreto ilícito. Probablemente lo sabía incluso desde antes de que la norma de octubre fuera promulgada, cuando los secuaces dirigentes de España veían ya muy negro su futuro y recibieron órdenes de planear una Alarma insólita ¡de seis meses nada menos! para tejer un gobierno 'respetable'. Sí, lo más seguro es que para sacar adelante el siniestro plan covid -que exige 'un Sánchez sin escrúpulos' o una mujer similar-, Díaz arrimara el hombro; por otro lado, no olvidemos que en 'su casa' estuvo el epicentro de este sucio tornado covid, y que con tan sangrante precedente presume ahora de barra libre para todos. 

Hoy mismo, en el subtítulo de la noticia que ven colgada en mi muro, se cita a Dª Isabel como responsable indirecta de otra transgresión de ley que abre la puerta a una criminal oleada de delitos de Coacción, pues la presión de la propia empresa sobre el trabajador impedirá que decida libremente sobre vacunarse o no. Por último, que Díaz no es trigo limpio no lo digo sólo yo:  

Un eminente intelectual español, D. Luis Zayas, ayer mismo, en una esclarecedora charla diseccionando la Ley del Menor -cuyo resumen es que daña derechos fundamentales, traiciona su propio fin, y es ante todo un afiladísimo instrumento totalitario en línea con el plan de desmantelamiento de la civilización cristiana- hilvanó en su análisis la posición de Díaz, en base a sus recientes declaraciones a los medios, y dijo que no difiere en nada fundamental de la de Sánchez, ¡hete aquí la verdad!

También estos días ha afirmado Mons. Jesús Sanz, al igual que ayer hizo Zayas, que estamos inmersos en una guerra cultural, una peligrosa encrucijada para el cristianismo.

¿Qué hechos explican que la Iglesia caminante no perciba con la misma claridad ese peligro?

Ciñéndome a mi experiencia más reciente, en medio de una dura persecución que busca destrozar a mi familia, la percepción de nuestra situación para los hermanos en la fe es, sin embargo, muy distinta a esa que yo os señalo. Su incomprensión lleva además el amargo ingrediente de que apenas un par de ellos se han abierto a tratar el tema conmigo.

Muchos hermanos no pueden concebir que dentro de la Iglesia pueda haber infiltrados de ese "marxismo cultural" que busca acabar con Dios -intrusismo, por otra parte, que viene siendo habitual desde los primeros tiempos del cristianismo- y les cuesta creer que la opinión de algunos que tienen por santos varones sea la cizaña que está determinando el sesgo de la interpretación de lo que le pasa a mi familia, y su condena al ostracismo.

Como ya he dicho hace unos días, mi mujer ha sido covidizada, o sea, aislada y usada como rehén (todos los covidizados cumplen ese rol: ¡creed, malditos! -el covid como religión impuesta). El sábado le pedí al Sr. Arzobispo que mandara a un sacerdote para darle la comunión, pues me temía que hasta eso le quitaran, y aún no he podido averiguar si mi ruego fue atendido; porque en el hospital se niegan a darme ninguna información; y porque, tengo para mí, que quien quiera que esté detrás de toda esta represalia contra nosotros, está coaccionando mediante celadas y engaños a mi mujer para que 'no hable conmigo'. 

Después de todo, lo que está claro es que el covid va de taparnos la boca y por medio de ella los ojos y los oídos, porque la fe viene por la necedad de la predicación, y ellos tratan de cambiar esa fe por otra que no necesite más que sumisión. 

Pero nosotros rezamos, y empezamos diciendo: "Abre tú, Señor, mis labios, y mi boca proclamará tu alabanza". Y nuestra oración, si es constante, no puede no ser escuchada. 

¡Alabado sea el Señor! ¡Sea por siempre bendito y alabado!

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