CON FLORES A MARÍA

 


¡Mamá, toma, estas flores que te hicimos nosotros!


MAMÁ… me siento niño muchas veces aun cuando dejé de serlo hace ya mucho. Siento que no soy lo que tú deseas para mí y por eso te pido que me hagas alcanzar esa imagen mía que tú sueñas. Porque mis sueños deben de andar lejos de los tuyos y me pesan como un saco a la espalda. ¡Hágase en mí según tus deseos! Mis cargas inútiles, apártalas de mí. Creo, madre, que tú modelaste mi corazón, curando mis heridas, alimentando mis ansias de Dios, sofocando mis pasiones, corrigiendo con amor mi soberbia y con humillaciones mis extravíos. Creo, madre, que lo mejor que hay en mí es el sello que tú has imprimido en mi corazón. Algo así como un ancla inamovible que se aferra a tu Inmaculado Corazón. Esta seguridad no me quita los dolores y las angustias de la vida, pero me previene de la desesperación y me ayuda a reanudar mi travesía cuando se calman los vientos. Esa ancla es la Cruz que tú tienes hincada en tu Corazón coronado de espinas, y cuando la compartes un poco conmigo, en el fondo, me alegro, porque entonces sé que te tengo cerca… y no hay nada que me haga más feliz. Mamá, ¿verdad que feliz se escribe con fe?...


Comentarios

Entradas populares de este blog

¡LUZ Y TAQUÍGRAFOS!

ALUMNOS

PROVOCACIÓN (publicado en agosto del 22, y revisado después)