EL MATRIMONIO COMO INSTITUCIÓN NATURAL

Palabras, nombres, niñas, y mar ¿o no?

Dos años y medio después de publicadas esas notas del Papa emérito, salieron a la luz otras reflexiones suyas en torno al llamado “matrimonio homosexual”. Parten del mismo marco histórico-teológico, y complementan muy bien lo dicho respecto a la confusa actualidad de la Iglesia, por lo que también las transcribo: “El matrimonio entre personas del mismo sexo es una deformación de la conciencia, que ha penetrado también profundamente en sectores de personas católicas. 
Con la legalización del matrimonio del mismo sexo en dieciséis países europeos, el asunto del matrimonio y la familia ha tomado una nueva dimensión que no puede ignorarse. Hace cien años a todo el mundo le hubiera parecido absurdo hablar de matrimonio homosexual; hoy, todo el que se oponga a él – lo que equivale a no profesar el credo del anticristo- queda excomulgado socialmente. La cuestión no se puede responder con un poco de moralismo o incluso con algunas referencias exegéticas. Este problema es más profundo y por lo tanto debe ser respondido en sus términos fundamentales. El concepto de matrimonio del mismo sexo es una contradicción con todas las culturas de la humanidad que han llegado hasta ahora, y esto significa una revolución cultural que es opuesta a toda la tradición de la humanidad hasta hoy. La certeza básica de que la humanidad existe como varón y mujer, y que la transmisión de la vida sirve a la tarea de una existencia tal; y que, en esa transmisión de la vida, más allá de toda otra diferencia, consiste esencialmente el matrimonio, es una certeza original que ha sido obvia para la humanidad hasta ahora. Porque ahora se pone en duda el hecho de que la existencia como hombre, varón y mujer, esté orientada a la procreación, y que la apertura a la transmisión de la vida determina la esencia de aquello que llamamos matrimonio. La convulsión de esta certeza humana original tiene que ver con la introducción de la píldora anticonceptiva, que trajo consigo la separación de la sexualidad y la fecundidad. La relevancia de la cuestión de la píldora no está en la casuística que la acompaña, ni en el cómo y el cuándo el uso de la píldora está moralmente justificado, sino en la novedad que ha significado: la equiparación de todas las formas de sexualidad; un mensaje nuevo que ha transformado profundamente la conciencia de los hombres. De eso se sigue un segundo paso: si la sexualidad puede ser separada de la fecundidad, entonces, al contrario, la fecundidad puede ser pensada sin la sexualidad. Detrás de una fecundidad planificada encontramos una idea de hombre que ya no es un don recibido, sino un producto planificado. Por otro lado, aquello que se puede hacer se puede también destruir. En este sentido, la creciente tendencia al suicidio como fin planificado de la propia vida es parte integrante de la situación descrita. No se trata de ser un poco más abiertos, sino de la pregunta ¿Quién es el hombre? ¿Es una criatura de Dios, o un producto que él mismo sabe crear? Cuando se renuncia a la idea de creación, se renuncia a la grandeza del hombre, a su dignidad que está por encima de cualquier planificación. El movimiento ecológico ha descubierto el límite de aquello que se puede hacer y ha reconocido que la naturaleza establece para nosotros una medida que no podemos ignorar impunemente. Asimismo, también el hombre tiene una naturaleza que le ha sido dada, y violarla, o negarla, conduce a la autodestrucción. Por esto, la creación del hombre como varón y mujer es ignorada en el postulado del 'matrimonio homosexual' *[Este "despiste", en román paladín, nos indica que este mal llamado matrimonio es un invento de los hijos del demonio para destruir al ser humano].” 
(Extracto del texto La Vera Europa, del Papa Emérito, Roma 2021. Traducción tomada de: Con el Alma en el Crisol, de Arlespín Hammet; Cruz Ediciones; Toledo 2022)

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