LA BOFETADA

Capturar, capcioso, cápsula, píldora, pildorazo... bofetada...
para que aprendas, porque la letra con sangre entra.

[Uno de los pasos más famosos de la Semana Santa es el de La Bofetada. Jesús es llevado ante el Sanedrín y el Sumo Sacerdote le pregunta sobre su doctrina. Era una pregunta capciosa (para capturarle con sus palabras) porque todo el mundo sabía ya que Jesús se declaraba Hijo de Dios. Por caridad pues, para no colaborar a la mentira que suponía esa pregunta, el Señor responde que nunca había enseñado a escondidas y que por tanto sería más correcto interrogar a los que habían escuchado sus enseñanzas en la sinagoga. Al decir eso un guardia le dio una bofetada. Y ante esa humillación, con una mansedumbre infinita, Jesús corrigió al soldado invitándole a mostrar lo que no había estado bien en su respuesta o en caso contrario, a explicar por qué le había pegado.]

Esta mañana, también delante de autoridades y de otros compañeros, el director de mi instituto ‘me dio una bofetada’. Sucedió de la siguiente manera.
El principal problema de los estudiantes es su precario uso del lenguaje. Hace unas tres semanas presenté por escrito una propuesta para hacer un taller de uso de la palabra, a la hora del recreo, y el mismo día lo colgué en este blog (El Vídeo de la Pecera).
Esperaba que la dirección del centro la recibiera con entusiasmo y agradecimiento, pues, después de todo, yo me estaba ofreciendo para estar con los chicos al recreo, en mi tiempo de descanso. Como especialista en Lengua y Literatura, me parecía una buena idea compartir un rato con los alumnos, en un clima distendido, para mejorar su manejo del lenguaje.
Como pasaban los días y no se me daba respuesta, fui a ver al director a su despacho. Ya se venían haciendo actividades al recreo, concretamente visionado de películas, los miércoles (Bee Movie, que ocupó varias semanas, aunque luego decayó la iniciativa), y deportes o pilates en el polideportivo, por lo que no veía yo que se pudieran poner pegas a mi taller.
El director había leído mi texto y elogió mi forma de escribir. Me dedicó tiempo, y me preguntó varias cosas, y finalmente me dijo que no veía inconveniente en que se hiciese esa actividad, pero que de todas formas quería tratarlo con su equipo.
Habíamos quedado en que la Semana de Actividades del Centro era un buen momento para dar a conocer la iniciativa, y al acercarse la fecha llamé para ver si todo seguía según lo acordado. Me dijo que por parte de su equipo no había problema pero que quería volver a verme. Me puse a su disposición al instante, pero me fue dando largas, y como mi olfato me dijera que algo no iba bien, pergeñé y presenté un texto, rogando que, habiendo informado de viva voz y por escrito a los tutores de mi nivel, al Departamento de Orientación, a la responsable de Formación del Profesorado y Actividades Extra-escolares, y al Equipo Directivo, de una actividad que, como las que ya se venían haciendo al recreo, yo quería poner en marcha, se me diera permiso para hacerla.
Y hoy, finalmente, me llegó la respuesta del director. Como Anás juzgando a Jesús, me pregunta varias cosas de las que ya sabía la contestación, y se expresa así:
“Es completamente inviable dar comienzo a esa actividad en la Semana de Actividades del IES…
Estimamos oportuno conocer previamente la relación de títulos y temas a desarrollar…
El comienzo será sólo a partir del 18 de abril una vez conocidas las obras a estudiar…”.
Ni el tono ni el contenido de su respuesta eran acordes con el tono y el contenido de la propuesta que yo hice. Esta incongruencia, que no sé a qué se debe, me temo que guarda relación con lo que he escrito a modo de introducción en  El vídeo de la pecera
Sea como sea, el tratamiento dado a mi ofrecimiento me ha sentado como una bofetada. Ojalá Dios me conceda una pizquita de su mansedumbre. 

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